Ayer observé tres tubos fluorescentes con los bordes quemados: dos que habían iluminado el baño de casa y otro que pretende arrojar algo de luz en la actual campaña electoral de nuestro país.

–Me parece que esos tubos están buenos, pero se aflojaron o está fallando el encendedor, le dije con aire de experto a don Jesús García, un salvadoreño que se gana la vida dándole mantenimiento a las viviendas.
–No, lo que pasa es que están quemados, respondió sin siquiera haberse subido en la escalera para revisar ambas lámparas.
–¿Cómo sabe que están quemados?, pregunté.
–Porque tienen los bordes ahumados. ¿Los ve?

En efecto, estaban quemados. El que sabe, sabe.

“¿Quién me tiene echando mano a discursos trillados, diagnósticos prefabricados basados en mi inexperiencia?”, me pregunté.

Horas más tarde, ya por la noche, vi el tercero de los fluorescentes con los bordes quemados. Sucedió durante el segundo debate entre candidatos organizado por el Tribunal Supremo de Elecciones, transmitido por Canal 13 y conducido por la periodista Lilliana Carranza.

Ayer participaron (tal y como aparecen en la siguiente galería de fotos) Lineth Saborío, del Partido Unidad Social Cristiana; Rodolfo Hernández, del Partido Republicano; Luis Alberto Cordero, del Movimiento Libertario; Rodrigo Chaves, de Progreso Social Democrático; Eliécer Feinzag, del Liberal Progresista, y Eduardo Cruickshank, de Restauración Nacional.

En ese encuentro, tres candidatos coincidieron en la necesidad de liberar el espectro radioeléctrico para desarrollar la red 5G, un tema del que se ha hablado hasta la saciedad en nuestro país pero en el que nadie se atreve -incluso el Gobierno actual- a ponerle el cascabel al gato para quitarle las frecuencias al Instituto Costarricense de Electricidad.

Discurso quemado pues los aspirantes a la presidencia de la República no explican ni especifican cómo es que ellos sí podrán hacerlo. Se aplaude la vieja intención, pero se echa de menos la tan esperada y postergada acción.

Lo mismo en materia de obra pública. Se habló en el debate de concesiones, alianzas público-privadas, posibles reformas a la Ley de contratación administrativa y transparencia en los procesos, pero una vez más el cómo impulsar con vigor la infraestructura se quedó corto.

“Estamos en el minuto del cómo”, manifestó Lilliana Carranza a las 8:59 p.m. Acto seguido escuchamos algunas ideas interesantes, pero nadie puntualizó la ruta a seguir para vencer los eternos prejuicios y escollos administrativos, institucionales y políticos, nadie dijo cómo piensan hacer realidad lo que tanto ha costado. ¿Por qué tenemos que creer que ellos sí marcarían diferencia?

Sí, se plantearon algunas ideas interesantes, pero predominaron las generalidades tipo “falta voluntad política”, “esta situación me duele”, “cero tolerancia a la corrupción”, “cobrar los impuestos como Dios manda”, “vamos a ponerl al país a producir” y las consabidas respuestas ambiguas o con más palabrería que sustancia.

El cómo, eché de menos el protagonismo del cómo. Importante el qué, pero más el cómo. Sin el cómo en un país lleno de amarras el discurso se quema. ¡Cómo quema! Bordes ahumados…

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Exdirector de El Financiero
Consultor en Comunicación