Hoy en la región tenemos menos mujeres con la oportunidad de generar un ingreso, pero con mayores cargas de trabajo no remunerado, haciendo más costosa y difícil la posibilidad de alcanzar su pleno potencial

Por Jaime García (*)

En el momento de escribir este texto la pandemia del COVID-19 sigue avanzando en el mundo, actualmente el centro de la pandemia es la India; pero en América Latina también muchos países están viviendo su peor momento de la pandemia. Y de hecho, comparando con otras regiones, los impactos han sido desproporcionados en nuestra región, pues hasta la fecha se acumulan el 34% de las muertes totales por COVID-19, aunque sólo se tiene el 8% de la población global.

En términos económicos también ha sido la región más afectada, pues de acuerdo a las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, la región tuvo una caída del 7% del PIB en el 2020, y aunque se estima en el 2021 una recuperación del PIB de 4,6%, este desempeño puede cambiar de forma negativa por los daños que sigue produciendo la pandemia en nuestros países.

Adicionalmente a las afectaciones directas de la pandemia y sus impactos económicos, el tipo de crisis sistémica ha generado otro tipo de daños en el bienestar de las personas; poniendo en juego el cumplimiento de la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y a medida que se van publicando datos oficiales del 2020, se pueden ir midiendo y visualizando estas afectaciones y sus magnitudes, aspectos determinantes al pensar en un procesos de mitigación de los impactos negativos que debe tener cualquier plan de reactivación.

Así, aunque en un principio se visualizaba un impacto diferenciado entre hombres y mujeres por la concentración de mujeres en actividades económicas más propensas a sufrir cierres y disrupciones por la pandemia, hoy ya se tienen los datos en varios países de la región para poder medir estas afectaciones. Confirmándose que la crisis ha afectado desproporcionadamente la equidad entre hombres y mujeres tanto en lo económico como en lo familiar y personal.

De acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo, para los países de la región que tienen datos 2019 y 2020 (Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Paraguay, Perú y Uruguay) la tasa de desempleo de las mujeres aumentó 3,3% del 2019 al 2020 producto de la pandemia; siendo Colombia y Costa Rica los países donde más aumentó el desempleo de las mujeres con 6,29% y 7,63% respectivamente.

En contraste, el desempleo de los hombres en estos países aumentó en promedio 2,6%, siendo también Colombia y Costa Rica los que más aumentaron su desempleo con tasas de 4,35% y 4,89% cada uno. Cabe mencionar también que además del aumento en el desempleo, la tasa previa a la crisis era mayor para las mujeres, pues en el 2019 el promedio de tasa de desempleo de los hombres era de 6,3% y el de las mujeres 8,9%. Siendo Brasil el país con la mayor tasa de desempleo de los hombres con 10,17%, y Costa Rica el país con la mayor tasa de desempleo de las mujeres con 14,98% en el 2019.

Tasa de desempleo por género

Fuente: Organización Internacional del Trabajo.

Pero no sólo en desempleo se pueden medir las afectaciones, también hay un impacto en la participación en el mercado de trabajo, y ahí se encuentra que en estos países la participación económica de los hombres bajó 5,9%, mientras que la de las mujeres bajó 6,6%. Sin embargo, en este indicador también se parte de niveles diferentes, pues mientras que en promedio la participación de los hombres era de 76,9%; en el caso de las mujeres era apenas de 54,9%. Después de la crisis en Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, México y Perú, la participación de las mujeres es menor al 50%; es decir, más de la mitad de las mujeres en edad de producir no lo están haciendo, ni están buscando empleo.  

Tasa de participación económica por género

Fuente: Organización Internacional del Trabajo.

Más allá de los indicadores económicos, y recurriendo a otros indicadores de equidad de género, en este caso producidos por la iniciativa “Data for Good” de Facebook, que aplicó una encuesta a 70 mil hombres y mujeres de la región. Se encuentra que en promedio, en América Latina, las mujeres dedican 13 horas al cuido de algún miembro de la familia, mientras que los hombres dedican 9 horas. Siendo Costa Rica el país donde las mujeres dedican más horas al cuido con 15,12 horas, mientras los hombres ticos reportaron dedicar 8,54 horas, la diferencia es la mayor de la región con 6,58 horas.

En contraste, Uruguay tiene la menor diferencia de horas entre hombres y mujeres con solo 3,03 horas de diferencia, ahí las mujeres dedican 14,05 horas y los hombre 11,02 horas al cuido de algún miembro de la familia. Pero con estas condiciones, llegó la crisis, y en promedio para 6 de cada 10 mujeres aumentó el tiempo que dedican al cuido, mientras que esta afectación se dio sólo para 5 de cada 10 hombres, según se reportó.

En otras palabras, en un sistema que ya estaba desbalanceado con brechas de género, la crisis hace aún más grandes estas brechas, pues hoy en la región tenemos menos mujeres con la oportunidad de generar un ingreso, pero con mayores cargas de trabajo no remunerado, haciendo más costosa y difícil la posibilidad de alcanzar su pleno potencial.

Horas diarias dedicadas al cuido de otros miembros del hogar (2020)

Fuente: Encuesta de Equidad de Género, Data for Good, Facebook, 2020.
 

En ese sentido, para recuperar las afectaciones producto de la pandemia se requerirá de un esfuerzo estratégico para incluir en los planes de reactivación un componente de género que pueda no sólo mitigar los impactos y limitaciones que han quitado oportunidades a las mujeres, si no también construir los cimientos para retomar los avances en equidad que se habían logrado en los últimos 15 años, y que de acuerdo al Foro Económico Mundial se han borrado, dando como resultado una generación perdida.

Ante este reto tenemos que plantearnos la pregunta: ¿cómo pensar la reactivación de los países en el mundo post-pandemia más allá de lo económico y con un enfoque de género? Desde el INCAE Business School y sus centros de impacto como el CLACDS y el CLCM estamos trabajando para ayudar a los tomadores de decisión a entender y atender estas afectaciones; pero se requerirá del trabajo de múltiples sectores, y diferentes niveles de gobierno en los países de la región para realmente mitigar los impactos de forma acelerada, teniendo como meta rescatar los avances que se habían alcanzado en los últimos años, y evitar una generación perdida en términos de equidad. 

4 artículos sobre el COVID-19
Compartimos los enlaces a otros artículos del mismo autor en torno al COVID-19 y sus múltiples impactos:
1. La tercera ola: ¿estamos preparados? https://gente-divergente.com/la-tercera-ola-estamos-preparados/
2. Un año de pandemia. https://gente-divergente.com/un-ano-de-pandemia/
3. La corrupción y el COVID-19: la opacidad es un riesgo para la salud. https://gente-divergente.com/la-corrupcion-y-el-covid-19-la-opacidad-es-un-riesgo-para-la-salud/
4. La cuesta de enero del 2021. https://gente-divergente.com/la-cuesta-de-enero-del-2021/

Jaime García es Director de Proyectos del índice de Progreso Social de CLACDS/INCAE.