La actitud reflexiva que suele acompañarnos cada inicio de año abre espacio para hacernos preguntas difíciles como la del título de este artículo.

Esa interrogante, capaz de generar infinidad de respuestas, está presente en la película Tierra de sombras, estrenada el 25 de diciembre de 1993 y con la actuación estelar de Anthony Hopkins, Debra Winger y Julian Fellowes.

Se trata de un filme en torno a la vida del escritor británico, filósofo y apologista cristiano C. S. Lewis (1898-1963), autor, entre otras obras de ficción, de La crónicas de Narnia y de libros enfocados en el sufrimiento humano, como El problema del dolor.

La angustia y el desconsuelo formaron parte de la vida de ese intelectual a quien se le desgarró el corazón y se les despertaron las dudas durante la difícil experiencia que vivió con el cáncer que postró y mató a su esposa, Joy Gresham (1915-1960).

“Cuando uno quiere a alguien, no quiere que sufra. Quiere transferir el dolor a sí mismo. Si uno piensa así, ¿por qué Dios no?”, pregunta el C. S. Lewis interpretado por Hopkins.

Y plantea otras preguntas nada fácil de responder. Entre ellas: “Dios sabe por qué pasan estas cosas. Dios sabe, ¿pero le interesa? Este es un maldito enredo y es todo lo que sé”.

Una más: “¿Para qué amar si puede doler tanto?”

Interrogantes profundas que tienen mucho sentido en el mundo de la pandemia; cuestiones que nos inquietan y perturban, e incluso nos roban el sueño.

El ser humano es la única criatura capaz de plantearse preguntas difíciles que invitan a reflexionar, bucear en las pozas más recónditas del alma en busca no de respuestas prefabricadas o cliché, sino de piezas que ayuden en la compleja tarea de armar el rompecabezas de la existencia.

Palabras recurrentes de Clive Staples Lewis: “Las penas son el megáfono de Dios para despertar a un mundo sordo”. En aras de reforzar esta idea, el escritor hablaba de las personas como bloques de piedra que reciben golpes de cincel que lastiman.

“El dolor del ahora es parte de la felicidad del mañana. Ese es el trato”.

No me pregunten si estoy de acuerdo o en contra de esos planteamientos, o qué opino sobre las interrogantes citadas, pues son temas de constante reflexión, asuntos de lenta consideración. No me gustan las contestaciones fáciles o apresuradas.

“Vivimos en una tierra de sombras. El sol siempre brilla en otra parte, a la vuelta del camino o pasando la montaña”, decía el escritor británico que dedicó gran parte de su vida a pensar sobre el agudo tema del dolor.

“La experiencia es un maestro brutal, pero de enseña, por Dios que te enseña”, manifestaba en sus discursos y lecciones universitarias.

¿Por qué Dios no impide el sufrimiento? Esta pregunta es un aguijón que se clavó aún más hondo en mi mente el 1º de enero pasado, día en el que vi de nuevo Tierra de sombras en el canal de Paramount.

Estoy en temporada de preguntas difíciles.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Exdirector de El Financiero
Consultor en Comunicación