“Resulta evidente que en ese negocio no solo capacitan y motivan a sus colaboradores, sino que además contratan personas con iniciativa, gente enfocada en servir”

El sábado pasado ingresé de nuevo en uno de los locales de ese negocio donde siempre recibo un excelente servicio. Siempre.

Caminé hasta el puesto de los pollos asados, tomé uno debidamente empacado y me dirigí hacia una de las cajas.

Al llegar a ese puesto descubrí que tenía la mano derecha embarrada con grasa. No tuve ni que pedir ayuda, pues una mujer, encargada del empaque, tomó la iniciativa en cuanto se percató de lo que sucedía.

“Permítame un momento, voy a traerle una toalla para que se limpie”, me dijo.

No solo me trajo una pieza de papel, sino que antes de entregármela me pidió extender ambas manos para rociarme alcohol en gel.

Luego pasó una toalla por debajo de la bolsa del pollo para secar la grasa e introdujo ese producto dentro de otra bolsa plástica. “Que tenga un lindo día”, me dijo al entregarme la mercancía.

“Son los pequeños pero grandes detalles los que marcan la diferencia en el servicio al cliente”, pensé mientras salía del negocio disfrutando no del olor del pollo, que olía rico, tentador, sino del aroma del excelente servicio al cliente.

En ese negocio siempre me va bien como cliente. Tengo una colección de satisfactorias atenciones recibidas, actos que no son nada del otro mundo pero me hacen sentir valorado.

Resulta evidente que no solo capacitan y motivan a sus colaboradores, sino que además contratan personas con iniciativa, gente enfocada en servir.

La experiencia del sábado tuvo lugar en el Auto Mercado ubicado en el límite entre Tibás y Moravia, pero he vivido situaciones similares en los locales de San José, Los Yoses, Plaza del Sol y Playas del Coco.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista con 35 años de experiencia
Asesor en comunicación