Esa es la pregunta que sometí a consulta entre el 20 y el 27 de agosto pasado a través de LinkedIn, Facebook e Instagram y que obtuvo un total de 448 respuestas en las cuatro categorías de selección que se ofrecieron.

Un 56,2% correspondieron a la opción “Mucho”; un 36,6%, a “En exceso”; un 6,6%, a “Razonable”, y un 0,6% a “Poco”.

Claro está que no se trató de un estudio científico, sino tan solo de un ejercicio de sana curiosidad en torno a un tema del que resulta interesante conocer algunas percepciones.

La dinámica no incluyó preguntas abiertas, pero hubo quienes aportaron algunos comentarios en Facebook.

Por ejemplo, Diana Mora S. comentó que ella estuvo una semana en París, Francia, por razones de estudio, “y en general no lo sentí más caro que San José”.

En opinión de Ana Rojas, Europa parece de buen precio, “y es por la costumbre de pagar caro aquí”.

Mariela Palma sostiene que el costo de la vida es más bajo en países desarrollados.

Nivaria Perera se queja de las tarifas de agua y electricidad, así como de la carga que representan impuestos que entraron en vigencia en tiempos de pandemia. Compartió el caso de una señora a la que vio vendiendo zapatos y ropa usada cerca de los edificios del circuito judicial en San José; “me dijo que era para darle de comer a sus niños”. Deplora el hecho de que esto suceda al mismo tiempo que otros se enriquecen con sonados casos de corrupción, como el denominado “Cochinilla”.

“Pagamos los lujos de una clase hipócrita que legisló en favor propio”, señala Frank Guevara.

Lya Battle no dudó en escoger la opción “Mucho”, y agregó: “¡Pero bien que lo vale! Lástima que no apreciamos lo que tenemos. Con esto no quiero decir que no sería más fácil el que (el país) fuera menos caro… pero ¡bien lo vale!”

José Luis Valverde Morales seleccionó la categoría “Razonable”, “por el valor intangible de la paz, estabilidad política e institucionalidad”.

La consulta en redes sociales tampoco incursionó en el campo de las posibles razones que explican el nivel del costo de la vida en Costa Rica. Sin embargo, algunas voces autorizadas han brindado diversas perspectivas en las páginas del periódico La Nación.

En el artículo titulado “Costa Rica es un país caro”, publicado el 24 de febrero del 2018, el economista Thelmo Vargas afirmó que gran parte del problema radica en el hecho de que los costarricenses tenemos un mucho menor poder de compra relativo al de otras naciones.

¿Cómo se demuestra lo anterior? “Dado que el costo de vida suele variar de un país a otro, si los valores del PIB se ajustan conforme a ellos, se obtiene otro indicador, denominado “PIB sobre la base de la paridad de poder de compra”, o PIB-PPC”, precisó Vargas.

Quien también fuera ministro de Hacienda en los dos primeros años de la administración Calderón Fournier (1990-1994), puntualizó en aquella ocasión que según datos del Fondo Monetario Internacional en el 2017 la economía (PIB) costarricense ocupaba el puesto 79 en el mundo, pero que su posición caía a la casilla 91 cuando se utilizaba el criterio PIB-PPC.

“O sea, tenemos mucho menor poder de compra relativo al de otras naciones. Eso quiere decir, ni más ni menos, que somos un país caro”, afirmó.

Puso como ejemplo a Panamá y México, dos economías que nos superaban en términos del PIB y del PIB-PPC, lo cual significaba que el costo de los bienes y servicios en esos países era, en promedio, más bajo que el de Costa Rica.

También en el 2018, pero en abril, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), señaló que la falta de competencia en buena parte de los mercados de nuestro país afecta a los más pobres.

“Donde no hay competencia los precios son más altos y son los pobres los que tienen que dedicar una mayor parte de su ingreso a pagarlos, explicó Álvaro Pereira, economista principal al presentar los resultados del segundo informe económico de esa organización para Costa Rica.

Según ese reporte, en nuestra nación las regulaciones del mercado de productos son más restrictivas que en cualquier país de la OCDE excepto Turquía.

Pereira manifestó que aquí un tercio de los sectores no están en competencia; entre otros, electricidad, distribución de las gasolinas, destilación de alcohol, azúcar, arroz y transporte marítimo.

El asunto del elevado costo de la vida fue abordado también por el economista y empresario Luis Mesalles en un artículo publicado el pasado sábado 21 de agosto. Su posición: vivimos en una nación que posee un tinglado de políticas tendientes a mantener los privilegios de los grupos de presión.

Se trata de un círculo vicioso en el que una y otra vez se repiten las mismas escenas: el gobierno protege a los productores mediante fueros especiales para compensarlos por los altos costos de producción; entre ellos, aranceles que limitan la competencia, barreras no arancelarias o esquemas monopolísticos que les permiten vender sus productos a precios más elevados.

¿Qué sucede a continuación? Se reduce el poder adquisitivo de los ingresos de los hogares y los sindicatos ejercen una presión fuerte en pro de beneficios especiales para los empleados públicos. Entonces crece el déficit fiscal, lo que conduce a nuevos impuestos que a su vez golpean a los productores y a las familias.

Luego se decretan aumentos de salarios que compensen la inflación, lo cual nos lleva al inicio de esta trama: una vez más el gobierno tratando de ayudar la pérdida de competitividad de los productores debido al incremento en los costos… ¡Va de nuevo!

En fin, tres perspectivas que me hacen volver a repasar los resultados de la consulta ¿Cuán caro es Costa Rica? y no extrañarme por el hecho de que un 92,8% de las respuestas obtenidas (448 en total) se agrupen en las opciones “Mucho” y “En exceso”.

¿No les parece que este debería ser uno de los temas medulares de la campaña electoral que se avecina? Al parecer, los bolsillos así lo demandan.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Exdirector del periódico El Financiero
Consultor en Comunicación