Por María Antonieta Chaverri (*)
MOSAICO HUMANO

En cadena nacional de televisión, los presidentes de la República y de la Asamblea Legislativa convocaron a una Mesa Multisectorial del Diálogo para acuerdos como país, cuya primera etapa estará enfocada en soluciones para la estabilidad económica y atención de la emergencia fiscal.

Se ha elegido a don Jorge Vargas Cullell, director del Programa Estado de la Nación (PEN), para liderar la mesa y facilitar el diálogo.

Don Jorge, al igual que la institución que representa, es un hombre de reputación intachable, que parece ser sumamente sensato, con vasto dominio de la realidad nacional, no sólo desde el rol de investigador, sino por su amplia visión y sensibilidad social. Tiene en su haber la credibilidad del trabajo del PEN y la percepción generalizada sobre su independencia y neutralidad.

Este diálogo, según Vargas Cullell, se guiará por medio de un proceso riguroso diseñado de forma autónoma para este fin. La convocatoria conjunta del Ejecutivo y el Legislativo, la moderación estructurada de un tercero imparcial, y la claridad, ecuanimidad y apertura del moderador son elementos esperanzadores y generadores de confianza.

Seguramente don Jorge, con mucha valentía, emprenda este proceso con un profundo sentido de servicio por el país, aunque sin duda se verá expuesto a un enorme desgaste personal en las próximas semanas. Su liderazgo será clave en el proceso, pero claro está que el éxito del diálogo no dependerá de él, sino de todos los sectores representados en la mesa, e incluso, de aquellos que no se sientan participados.

Ojalá los invitados a la mesa del diálogo comprendan que asumirán un rol de liderazgo país. Quizás el liderazgo más retador que hayan enfrentado antes, porque no liderarán individualmente a un grupo conformado por “los suyos”.

Ahora están llamados a liderar en conjunto. Deben poner sobre la mesa las necesidades (más que los intereses) de aquellos a quienes representan, pero con un interés genuino de considerar las necesidades de los demás; de lo contrario, no habrá acuerdos ni compromiso real para cumplirlos.

Es muy diferente dialogar desde los intereses que desde las necesidades de las partes. Para ese liderazgo integrador se requiere ante todo una profunda atención y escucha, no para ganar unilateralmente, sino para solventar necesidades conjuntas y crear valor a la sociedad.

“Se requiere respeto a otras perspectivas (apertura de mente) y otras necesidades (empatía desde la apertura del corazón). Lo cual, implicar callar tres voces: la voz del cinismo, la voz del juicio y la voz del miedo”.

Solventar necesidades y crisis, cuyos orígenes son crónicos y sistémicos, demanda soluciones disruptivas, innovadoras pero aterrizadas.

El autor de Teoría U: Liderando desde el futuro que emerge, Otto Scharmer (profesor del MIT y fundador del Presencing Insitute), desarrolla ampliamente el tema del liderazgo basado en la escucha generativa para la creatividad colectiva y la innovación. La teoría U se aplica en muchos lugares del mundo en diferentes sectores para abordar problemas de diversa naturaleza: sociales, económicos, ambientales, de salud, entre otros.

El autor enfatiza en que los líderes dan forma y modifican la manera de cómo las personas prestan atención a una situación y, en consecuencia, responden a la misma. Además, aclara que debe haber apertura de intención (voluntad) para actuar desde lo que emerge en el diálogo.

Sin embargo, para la apertura de intención, deben previamente abrirse mente y corazón, en ese orden. Es decir, se requiere respeto a otras perspectivas (apertura de mente) y otras necesidades (empatía desde la apertura del corazón). Lo cual, implicar callar tres voces: la voz del cinismo, la voz del juicio y la voz del miedo.

Callar estas voces es quizá el mayor reto para los actores del diálogo porque son las que se levantan desde las diferentes trincheras en lo social, económico, político e ideológico.

Callar esas voces conlleva un constante estado de autoconciencia de cada uno de los negociadores, de manera que no se enfoquen en respuestas reactivas ni egoístas, ni busquen soluciones a los síntomas, sino que generen propuestas a las raíces sistémicas de los problemas.

Callar esas voces implica comprender que en la naturaleza, la humanidad y la sociedad, hay interdependencia entre las partes del ecosistema y para decidir sobre el todo, los representantes de los sectores deben salir de la mentalidad y comportamientos propios del egosistema.

Se necesita abrir mente, corazón y voluntad para que el país aproveche esta nueva oportunidad (quizás la última), para lograr acuerdos originados en la humildad y la compasión y tener soluciones disruptivas, integrales, sostenibles.

(*) María Antonieta Chaverri es una apasionada de temas relacionados con la creación de valor en la sociedad a partir de las experiencias humanas, la conciencia de la interdependencia y la complementariedad del potencial de las personas. Es Coach de liderazgo trascendente, formadora de mentores y asesora para empresas y organizaciones de diferentes sectores en temas como alineamiento estratégico, liderazgo, transformación cultural y diversidad e inclusión.