Hablar de este tema, mitificado por el discurso teórico y político, es hablar de vidas humanas y sus especificidades

Jorge A. Rodríguez Soto

En los estudios socioeconómicos la definición de desarrollo es complicada, por la pluralidad del concepto. Además, la naturaleza intrínsecamente teórico-práctica de la economía exige ideas sobre el desarrollo, más posibilidades de computarlo y medirlo.

El trabajo en desarrollo debe reflejar profundidad teórica, definiendo que es “lo deseado”, conveniente, meta o bienestar, pero, también, respondiendo a las demandas de operacionalización. Porque el desarrollo es más que una curiosidad científica, es un objetivo. Aunque el discurso teórico y político le ha mitificado, hablar de desarrollo es hablar de vidas humanas y sus especificidades.

Siguiendo el razonamiento propuesto por corrientes de la liberación (teología, ética, sociología, pedagogía, etc.) el fin de la sociedad humana es la vida humana. Esto implica un criterio u horizonte ético de última instancia para la toma de decisiones: la vida. Pero no cualquier tipo de vida, se trata de la vida específicamente humana con sus particularidades y demandas.

Hay que pensar al ser humano en toda su complejidad, como ser total: individual, social y físico-corpóreo. El llamado es relevante al observar las disparidades de la sociedad actualmente. Esto afirma el indio Amartya Sen, premio Nobel de Economía 1998, en su libro Development as freedom (Desarrollo y libertad), donde proclama que, aunque la prosperidad es como en ningún otro tiempo, hay personas padeciendo enormes privaciones.

El horizonte último del criterio de vida hace imperativo el llamado a atender las necesidades de aquellos que conviven con la privación.

Para solucionar las problemáticas que enfrenta la sociedad adecuadamente, primero se deben cumplir ciertos requisitos.

El primero es encontrar métricas que den una perspectiva del problema tan amplia como sea posible. Pero la amplitud por sí sola no es buena, la selección debe atender al espacio en que se desea incidir y las variables en las que se quiere influir, considerando un equilibrio entre representatividad y concisión.

El horizonte último del criterio de vida hace imperativo el llamado a atender las necesidades de aquellos que conviven con la privación.

El segundo requerimiento es analizar las dinámicas del fenómeno enfrentado. Esto significa reconocer el problema y especificarlo de manera que se pueda actuar sobre él y sus tendencias.

Indiferentemente del momento o las especificaciones categoriales, prácticamente todos los trabajos que abordan el tema lo califican, explícita o implícitamente, de estructural. Por definición, un asunto estructural compete a rigideces en el comportamiento, trátese de los agentes directamente o de variables derivadas su conducta.

Estas rigideces surgen de factores que son parte de la vida de los individuos, son introyectadas. A la vez, la constancia permite determinar en cierto grado la estructura y darse una idea de las dinámicas del fenómeno. Esto es clave, pues el desarrollo es un proceso cuantitativo y cualitativo a la vez, a diferencia del crecimiento que es solo cuantitativo.

El centro sobre la vida específicamente humana tiene por objeto remarcar las especificidades de esta. Lo que se valora como una vida humana digna difiere entre lugares y épocas, incluso entre personas. Se debe respetar la diferencia, cada uno es libre de optar por una vida distinta, y encontrar las condiciones para su desarrollo. Estas condiciones provienen del arreglo social en el que se desenvuelve la vida.

Este énfasis en lo particular y la necesidad conjunta de un arreglo social-institucional para poder alcanzar el desarrollo, lleva más complejidades. El desarrollo es un proceso y resultado social, que surge de la relación dinámica de elementos micro-conductuales y macro-estructurales.

No se puede plantear una linealidad o relación de causalidad entre estos niveles, la relación es horizontal y de mutua determinación. Si la conducta imperara sobre el arreglo social se caería en anarquía e individualismo extremo; si el arreglo social prima sobre lo individual caeríamos en una dictadura y falta de libertad.

La única forma de pensar adecuadamente el desarrollo es desde una perspectiva holística e integral. Sin las tradicionales etiquetas de desarrollo humano, social, económico, personal, entre otros, es mejor pensar solo en desarrollo.

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Jorge A. Rodríguez Soto.
Economista e investigador científico independiente.
jorgeandresrodriguezsoto@gmail.com