Lo estudiantes no los perciben ya como los dueños del conocimiento, sino como profesionales con los que se comparte la responsabilidad sobre la forma en que se aprende

Por Karen Acuña Picado

Cada vez que se acerca el fin de año, es el momento idóneo para recordar los momentos aquellos que lograron marcarnos con alguna emoción agradable, o bien aquellos que posiblemente evadiremos por no ser tan placenteros.

Asimismo, esta época nos empuja a pensar en escenarios que queremos protagonizar para favorecer nuestro crecimiento como personas en cualquiera de los roles que interpretemos.

Esa resolución de año nuevo a la que acostumbramos recurrir, también nos invita a imaginar una nueva realidad que nos hace incomodarnos para alcanzarla. En nuestro trabajo, hogar o comunidad, siempre encontraremos oportunidades para inspirarnos y conversar sobre los cambios que queremos realizar en estos ámbitos.

Ahora bien, si tomamos el octavo Informe del Estado de la Educación de nuestro país (Programa del Estado de la Nación; 2021), encontraremos una fuente inagotable de inspiración para escribir nuestra resolución de nuevo año, esto si consideramos la educación como un factor determinante para el bienestar de todos y todas.

Este informe contiene una descripción detallada de las carencias actuales en nuestro país cuando de procesos de formación se trata, y retrata la realidad de las familias que aspiran a estar inmersos en procesos educativos de un buen nivel.

El informe, nos hace un fuerte llamado de atención utilizando frases como “deficiencia educativa”, “peor crisis histórica”, “estudiantes rezagados”, “situación severa”; también nos aporta una serie de propuestas urgentes que posiblemente ayudarían a subsistir en tan oscuro panorama. Como docente universitaria, considero que esas propuestas me competen, y más aún cuando mis estudiantes son personas aspirantes a ser docentes.

Por ejemplo, suelo realizar un ejercicio en donde le solicito a mis estudiantes, identificar al menos una fortaleza que tengan como personas, que consideren les ayudará a ser mejores docentes. Esta, será la herramienta más poderosa con la que contarán, muy por encima de una posible conexión a internet estable por parte del estudiantado.

Una de las fortalezas que mencionan es la capacidad para adaptarse “a lo que hay”. Es decir, existe una consciencia acerca de la ausencia de recursos en los espacios de aprendizaje, ya sean virtuales o no. Por esto, es necesario tener una actitud proactiva para proponer y solucionar, y experimentar la docencia desde una perspectiva humana que nos invite a aprovechar los recursos, por carentes que sean en ocasiones.

Otra fortaleza mencionada, es la capacidad de adaptarse a las características de las personas estudiantes, resultado de los procesos de formación previos. En otras palabras, mis estudiantes consideran que es valioso valorar los aprendizajes de las personas, sean suficientes o no para los objetivos que establece un plan curricular.

Esta aceptación conlleva procesos diagnósticos permanentes que ayudan a detectar oportunamente el dominio de ciertas habilidades y conocimientos, así como, también se pueden encontrar oportunidades para trabajar en conjunto con la comunidad de aprendizaje involucrada.

Por último, mencionan la capacidad de adaptarse a la experimentación constante por las nuevas formas de comunicación para facilitar el aprendizaje.

Las y los estudiantes sin temor a equivocarme, nunca antes habían escuchado decir a sus docentes de forma tan frecuente frases como: ¿Ustedes saben compartir la pantalla?, ¿Me ayudan?, lo que hace que ahora tengan una percepción diferente acerca de sus docentes, quienes ya para ellos, no son los dueños del conocimiento, sino que ahora se puede visibilizar una responsabilidad compartida en la forma en la que aprendemos.

Sea cual sea la percepción de los estudiantes acerca de la forma en el que su proceso de formación se ha dado, el docente tiene un nuevo rostro y es el momento de aprovechar este acontecimiento para cambiar el rol del docente y devolver el protagonismo a los aprendientes.

Me gusta pensar que además de incluir en nuestras resoluciones año nuevo, planes de alimentación sanos, o planear un paseo, incluyamos acciones viables y realistas, compatibles con nuestras fortalezas para mejorar la educación del país.

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Karen Acuña Picado es una profesional que cuenta con formación y experiencia en las áreas de preescolar, enseñanza del inglés, administración educativa y currículo. Actualmente, se desempeña como Gestora Pedagógica desde el Laboratorio de Aprendizaje de la Universidad Castro Carazo.