452.048 personas sin trabajo (con todas las angustias y tensiones que ello genera a diario en los hogares) es una cifra que demanda diagnósticos rigurosos y propuestas realistas

Voté por primera vez, en unas elecciones nacionales, en febrero de 1982. Desde entonces y a lo largo de 10 comicios seguidos, acudí siempre a las urnas con la tranquilidad que me deparaba ser un ciudadano costarricense con trabajo.

Durante esos años laboré en un restaurante, un hospital, una librería, un programa de apoyo para estudiantes de la Universidad de Costa Rica y, en especial, periódicos (en donde desarrollé una carrera de 33 años).

Esta es la primera vez que los fuegos iniciales de una contienda electoral me encuentran desempleado. El 30 de junio del 2020 fue mi último día de trabajo; desde entonces formo parte de las estadísticas más recientes: 18,5% de tasa de desempleo (porcentaje de la población económicamente activa que se encuentra desempleada pero busca trabajo) en Costa Rica.

Dicha porción equivale a 452.048 personas sin trabajo entre diciembre, enero y febrero pasados, según la más reciente Encuesta Continua de Empleo (ECE) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).

En el primer trimestre del 2017, cuando los costarricenses nos encaminábamos hacia los comicios nacionales del domingo 4 de febrero del 2018, la tasa de desempleo era del 9,1%, correspondiente a 207.047 personas, en tanto que de enero a marzo del 2020, antes de que se sintiera el impacto del Covid-19 en la fuerza laboral, ese indicador era del 12,5% (314.153 individuos).

Un estudio de opinión realizado por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP), de la Universidad de Costa Rica, entre el 3 y el 11 de agosto del 2020 (877 entrevistas a personas mayores de edad con una línea telefónica celular en las siete provincias) arrojó que el desempleo es el tema que más preocupa a la población: un 27,95%, seguido del coronavirus (25%).

Tal como explica ese centro universitario en su página (https://ciep.ucr.ac.cr/informe-de-opinion-sociopolitica/): “El desempleo se ha mantenido constante en las preocupaciones de los costarricenses desde agosto 2013 y desde marzo de 2019 ha sido la mayor preocupación con la única excepción del pasado abril, cuando con la crisis sanitaria en sus inicios, el coronavirus ocupó el primer lugar”. 

Se trata, sin duda, de una variable importante en la ecuación electoral que despejará incógnitas en el 2022, un asunto al que los aspirantes a Zapote y Cuesta de Moras deben prestarle seria y responsable atención a lo largo de la campaña electoral que se avecina.

Asuntos vitales

Casi medio millón de personas desempleadas (con todas las angustias y tensiones que ello genera a diario en los hogares) es una cifra que demanda diagnósticos rigurosos y propuestas realistas, visión de estadista, política de alto vuelo.

Por esa razón esta vez, más que nunca, analizaré a profundidad por quiénes votar, tanto para la Presidencia de la República como para la Asamblea Legislativa.

¿Le daré mi apoyo a alguno de los candidatos de los tres partidos por los que he votado en anteriores ocasiones (1982-2018) o me inclinaré esta vez por una cuarta opción? Descarto, como lo he hecho siempre, la posibilidad de engrosar las filas del abstencionismo, anular las papeletas o dejarlas en blanco.

Está claro que el nivel de seriedad, responsabilidad y realismo de las propuestas políticas en torno a la reactivación económica y la generación de empleos, será uno de los temas que más pese en mi balanza racional.

Prestaré mucha y crítica atención a lo que se plantee en materia de reducción en serio (no cosmética ni reciclada) de la tramitomanía para emprender negocios, flexibilidad de jornadas laborales, verdadero apoyo del Sistema de Banca para el Desarrollo, respaldo a emprendedores de todo el país, estimulo de encadenamientos productivos, atracción de inversión extranjera directa, reforma del Estado y eficiencia en el gasto e inversión pública, reformas y fortalecimiento del INA, esquemas para el pago de cargas sociales y ordenamiento de las finanzas estatales.

Lo crítico de la situación debería obligar a los posibles futuros gobernantes a descartar promesas generales, cifras alegres y sin sustento, frases prefabricadas que suenan bien pero son huecas y echar mano a temas no trascendentales para el desarrollo, la reactivación económica y la generación de empleo con tal de desviar la atención para no evidenciar la falta de sustancia y contenidos.

Si es del caso, esperaré hasta el 5 de febrero del 2022 o el 6 (día de las elecciones) para decidir qué hacer con mis votos. No pienso apresurarme ni dejarme llevar por cantos de sirenas. Será el más razonado de mis votos en 43 años de ciudadano.

Por supuesto que estoy abierto a opciones laborales, pero más atento estaré al desarrollo y contenido de una campaña electoral vital para el futuro de nuestro país y la calidad de vida de miles de hogares golpeados hoy por el desempleo.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente