¿No sería sano dejar de encasillar, desacreditar, denigrar y atacar a la gente que tan solo es distinta y tiene la honestidad de disentir?

Una persona que tiene una opinión distinta a la nuestra no es un imbécil. Quizá tan solo ejerce el derecho a discrepar.

El hombre que se sale del canasto de la “verdad” o rompe el molde de lo “normal” no es un apóstata o un hereje. A lo mejor tan solo sigue su camino.

Alguien que se opone a lo que decimos no es un ignorante. En la de menos solo observa la realidad desde otra perspectiva.

La mujer que nos lleva la contraria no es una majadera. Puede que tan solo haga uso de su libertad.

Quien critica nuestros puntos de vista no es un adversario. Tal vez tan solo dice lo que piensa.

El muchacho que señala nuestras aparentes contradicciones no es un insolente. Qué tal si tan solo trata de comprender el mundo.

La gente que cuestiona nuestras creencias no es candidata a la hoguera. Quizá tan solo está expresando su divergencia.

El ser humano que no aplaude el espectáculo no es un amargado. A lo mejor tan solo tiene otro sentido del humor.

La vecina que votó por otro candidato no es una corrupta o una sinvergüenza. En la de menos tan solo profesa otros ideales.

El sujeto que incomoda con sus preguntas no es un vendido o un aguafiestas. Puede que tan solo desea poner en duda lo que se le dice.

La alumna que confronta al profesor no es una irreverente. Tal vez tan solo pretende entender.

El escritor que clava dardos en nuestras certezas no es un aspirante a la censura. Qué tal si tan solo sacude el polvo de las conciencias.

La tía que se rebeló contra el matrimonio arreglado no es una irrespetuosa. Quizá tan solo hizo valer su voluntad.

El ciudadano que alza la voz y se manifiesta en la calle no es alguien a quien haya que mandar a vivir en otro país. A lo mejor tan solo está constatando el nivel de salud de la democracia.

La mujer que denuncia al macho que la golpea no es que no sabe cargar su cruz. En la de menos tan solo desea tener paz y vivir con dignidad.

El feligrés que polemiza con el cura, el pastor o cualquier otro líder religioso no es una oveja indisciplinada. Puede que tan solo esté ejercitando sus neuronas.

La hija que confronta las reglas del hogar no es la manzana podrida. Tal vez tan solo está haciendo uso de su inteligencia.

El costarricense que no acepta la versión oficial de buenas a primeras no es un renegado. Qué tal si tan solo demanda pruebas, evidencias.

La amiga que echa por el suelo nuestros argumentos no es una puñal. Quizá tan solo nos está invitando a considerar otras aristas.

El lector de periódicos que ve los editoriales como un insumo más para formar criterio, y no como la última y santa palabra, no es un pesado. A lo mejor tan solo lucha por no ser un autómata.

Una persona que pone en entredicho los descubrimientos científicos no es una estúpida. En la de menos tan solo necesita una mejor y más clara explicación.

Quien admira a figuras mundiales que muchos odian no es un inadaptado. Puede que tan solo este viendo detalles que los demás no captamos.

El sujeto que tiene otra religión no forma parte de una secta. Tal vez tan solo tiene el coraje de apartarse de lo ortodoxo.

Alguien que piensa diferente no es un enemigo. Qué tal si tan solo es un ser humano con otra historia, otro entorno, otra realidad.

Por lo tanto, ¿no sería sano dejar de encasillar, desacreditar, denigrar y atacar a la gente que tan solo es distinta y tiene la honestidad de disentir?

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente