“Los consumidores quieren conocer no solo qué hace la empresa, sino también cómo lo hace, con quién negocia, de dónde viene su materia prima, si está utilizando mano de obra infantil, si existe libre asociación”

Por Luis Mastroeni (*)

Cuando mi papá estaba dándome los primeros consejos en el inicio de mi vida como conductor, me habló de tener mucho cuidado con los puntos ciegos, pues eso podría hacer que tuviera accidentes. “No basta con ver el espejo, es importante que te fijés bien, por si acaso”, me decía.

Los puntos ciegos en las empresas de hoy en día se pueden traducir como riesgos no tradicionales para seguir operando. Es decir, los negocios post COVID tienen la responsabilidad de hacer un diagnóstico interno y externo de los riesgos que antes no tomaban en cuenta, pero que hoy representan muchos peligros para su existencia en el largo plazo.

Según el informe 2021 de riesgos para los negocios que el World Economic Forum (WEF) reveló en enero, es muy interesante ver cómo los temas económicos o financieros han sido desplazados por los que tienen impacto en el cambio climático, recursos naturales, ciberdelincuencia, conflictos políticos y por supuesto, pandemias. No es que la falta de flujo de caja y relación con Bancos ya no sea importante, pero el talón de Aquiles para las organizaciones ya no está ahí, está en lo que antes se denominaban temas light.

Pepe Le Pew

Los temas a los cuales me refiero y que se han convertido en riesgos prioritarios, han estado siempre en el punto ciego de las empresas, no se veían muy bien, pero en este momento particular, si no los empiezan a tomar en cuenta, podrían chocar con ellos. Algunos son: impacto ambiental, relaciones comunitarias, medición de la reputación, relaciones laborales, derechos humanos, equidad de género.

Una de las pruebas más contundentes de este proceso de análisis, surgió en el mes de marzo del presente año y tiene que ver con un icónico personaje (al menos para los que pasamos de cuarenta) llamado Pepe Le Pew y que, al parecer, tiene sus días contados por parte de Warner Bros, pues sus actuaciones refuerzan prácticas como el abuso sexual y las faltas de respeto contra las mujeres.

“Este nuevo modo de operar… en el que además de ganar dinero, debo rendir cuentas de cómo lo hago”.

Luis Mastroeni, periodista.

¿Exagerado?, pues no, es lo que cada vez más los públicos alrededor de los productos y servicios están exigiendo. Esta decisión, si es que Warner la toma, abordaría un riesgo de mediano plazo, en el que la empresa sería cuestionada y por qué no, muchos dejarían de seguir sus contenidos.

Más ejemplos: Facebook y su falta de cuidado con comentarios racistas y violentos, twitter al decirle adiós a Donald Trump, Victoria Secret al cancelar su popular desfile en ropa interior, Dove y su campaña sobre las mujeres reales. Nunca nos habíamos enfrentado a un proceso tan profundo en que las empresas están siendo juzgadas más allá de lo que brindan como producto o servicio final.

El nombre del juego es ¿cómo?

Los consumidores quieren conocer no solo qué hace la empresa, sino también cómo lo hace, con quién negocia, de dónde viene su materia prima, si está utilizando mano de obra infantil, si existe libre asociación, etc. Y no solo los consumidores, también están preguntando al respecto los bancos, los proveedores, los clientes, los inversionistas, el Gobierno.  

Este nuevo modo de operar, en el que ya no hago lo que quiero con el fin de ganar todo el dinero posible, sino que además de ganar dinero, debo rendir cuentas de cómo lo hago, tiene grandes presiones que vienen de lugares muy distintos.

Pero ¿quién se encarga de todo eso en la empresa? Un área que ha estado siempre relegada o recargada en otros departamentos, pero que está cobrando una relevancia que la sacará de ahí muy pronto. La gestión de la responsabilidad social es la encargada en este momento de asumir con un liderazgo mayor, estos grandes retos para las empresas. De eso seguiremos hablando en estos artículos.

Luis Mastroeni es periodista.