“Concretito, compañero”. Esta frase fue acuñada por Raúl Álvarez Garín, estudiante de matemáticas en el Instituto Politécnico Nacional y uno de los estrategas del Consejo Nacional de Huelga durante el movimiento estudiantil en México 1968.

“Formal, responsable, infatigable, tímido, hosco y con una destacada capacidad para concretar, aterrizar, perspectivas de conjunto”. Así lo recordó el escritor y periodista mexicano Carlos Monsiváis en su libro El 68. La tradición de la resistencia.

Sin duda, una figura importante a la hora de reducir a lo esencial tantos discursos -no siempre tangibles- que se pronunciaban en aquellas asambleas multitudinarias.

Ahora que en Costa Rica comienzan a florear los cafetales políticos que atraen a una importante cantidad de coleópteros antojados de Zapote, conviene adaptar la frase de Raúl Álvarez Garín: Concretito, precandidatos.

Ya que revolotean en esos cafetales, vayan al grano. Precisen. Puntualicen. Abrevien. Condensen.

Traducido a buen tico: no se vayan por las ramas, pues lo que menos necesita nuestro país hoy día son las generalizaciones de siempre, la verborrea prefabricada, la retórica insustancial.

En su Breviario de campaña electoral, el romano Quinto Tulio Cicerón, le recomienda a los aspirantes a puestos de poder no hacer promesas específicas, sino quedarse en generalidades.

Por favor, no cometan ese error recurrente en el proceso electoral que culminará con los comicios nacionales del 2022.

Necesitamos propuestas concretas, respuestas específicas, planteamientos claros. No nos vengan con el cuento sin fundamento de TODO lo que quieren hacer por Costa Rica; dígannos CÓMO lo harían.

Concretito, precandidatos. No den tantas vueltas, tantos giros y rodeos.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente