¿Será que ese hombre de la calle desea ser un puzle para que alguien se fije en él, lo lleve a su casa y trate de armarlo?

¿Por qué se siente atraído ese pordiosero por los rompecabezas que se exhiben en esa vitrina? ¿Qué significan para él esos juegos de más de 1.000 piezas? ¿Cómo interpretar su aparente interés en las pinturas y fotografías que muestran las cajas de cartón?

Esas y otras preguntas me hice el viernes pasado, 22 de abril, mientras observaba con atención al indigente que apareció en escena mientras yo almorzaba en el local de El Fogoncito ubicado en la Avenida Central de San José.

Lo primero que atrajo la atención de aquel mendigo que vestía un traje entero sucio y aguado fue un basurero instalado sobre el bulevar. Se acercó a ese recipiente, se inclinó y escarbó en la basura, supongo que en busca de comida.

No encontró nada de su interés, por lo que se enderezó y reparó en la vitrina del local de la Librería Internacional, caminó hasta ella y fijó la mirada en los rompecabezas. Los contempló durante varios minutos, lo cual me condujo a hacerme varias preguntas…

-¿Por qué le llamarán la atención los rompecabezas?
-¿Será que alguna vez fue su juego favorito?
-¿Lo harán recordar pasajes de su infancia, cuando quizá tenía un hogar, techo, cariño y sustento?
-¿Echará de menos sus viejos rompecabezas de Pinocho, Blancanieves o Peter Pan?

-¿Pensará en las piezas de su vida que se le perdieron y no encuentra?
-¿Sueña con rearmar sus planes de juventud?
-¿Imagina que visita los lugares que muestran las fotos?
-¿Se siente atraído por tantos colores en medio de una existencia tan en blanco y negro?

-¿Desea ser un rompecabezas para que alguien se fije en él, lo lleve a su casa y trate de armarlo?
-¿Está cansado de escarbar en basureros y quiere revolcar imágenes con la mirada?
-¿Busca alguna imagen que le diga algo, signifique algo, sugiera algo?
-¿Le gustaría tener uno de esos juegos para romper con la rutina?

-¿Fantasea con que alguien le tome una foto y lo convierta en un rompecabezas?
-¿Sueña con oler a cartón para que nadie contenga la respiración cuando pasa cerca de él?
-¿Ansía ser una pieza que tiene abrigo seguro en una caja?
-¿Se pregunta por qué en esta vida tantas cosas tienen precio pero muchas carecen de valor?

-¿Será que olvidó su nombre y cree llamarse Puzle?
-¿No quiere más cuentos, novelas, biografías ni libros para colorear, sino tratar de ganarle la partida a ese juego de acertijos?
-¿Prefiere la realidad de lo caótico y complejo a las ilusiones y expectativas que venden algunos textos de autoayuda?
-¿No tiene claro si es un ser humano, un rompecabezas o un cubo Rubik?

Pero también me hice preguntas sobre mí. Por ejemplo…

-¿Por qué de repente reparo en un mendigo si casi siempre los ignoro?
-¿Por qué de pronto trato de imaginar lo que está pensado ese hombre de la calle? ¿Por qué este ejercicio de empatía?
-¿Por qué me conmueve la miseria de ese indigente pero no hago nada por compartir parte de mi almuerzo con él? ¿Por qué mi vergüenza no se traduce en acción?
-¿Por qué lo trato como un fenómeno que analizo a la distancia y no como un ser humano que necesita cercanía?
-¿Por qué de un momento a otro me veo como un pordiosero que observa rompecabezas?

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista con 35 años de experiencia
Asesor en comunicación (¿en qué puedo ayudarle?)