A lo largo de ese día vamos a discrepar, no a ser enemigos; expresar criterios diversos, no alimentar odios; optar por dos visiones diferentes de desarrollo, no dividir al país

Lo que va a suceder el próximo domingo en las mesas de votación de nuestro país no es un duelo entre ángeles y diablos.

Tampoco es una batalla entre personas decentes y gente corrupta.

Mucho menos debe ser visto como un combate entre electores inteligentes y electores tontos.

Esta cita en las urnas no equivale a un choque entre costarricenses que quieren lo mejor para la nación y ciudadanos vendepatrias.

Lejos de lo razonable estaría considerar esa jornada como una cruzada entre píos e impíos.

¿Una lucha entre sabios e insensatos? ¿Por qué habría de ser calificada como tal?

No será, ¡para nada!, una partida de ajedrez entre un grupo de astutos y otro de ingenuos.

La elección de la segunda ronda no es una contienda entre iluminados y ticos de pocas luces.

Tampoco es una guerra entre quienes comprenden y quienes no entienden.

No es una pugna nacional entre el civilizado Dr. Henry Jekyll y el monstruoso Edward Hyde.

Sería burdo presentarla como una refriega entre Dios y el Diablo.

Los comicios para elegir como Presidente a uno de dos candidatos no es una riña callejera entre fieles y herejes.

No es un pulso entre buenos y malos.

¿Quién dice que es un triste espectáculo entre Zeus, dios griego del cielo, y Hades, el dios de los muertos?

Lo que sí va a suceder el 3 de abril es una nueva jornada democrática en la que los ciudadanos costarricenses nos expresaremos libre y soberanamente en las urnas de votación, como lo hemos hecho en tantas ocasiones.

Vamos a discrepar, no a ser enemigos; expresar criterios diversos, no alimentar odios; optar por dos visiones diferentes de desarrollo, no dividir al país.

Podemos pensar distinto sin atacarnos; tener múltiples perspectivas, sin denigrarnos, y defender visiones dispares, sin pisotearnos unos a otros.

Este domingo es una nueva oportunidad para ser empáticos, bondadosos, generosos, solidarios, elegantes.

Costa Rica nos necesita unidos para construir, enfrentar desafíos y crear y aprovechar oportunidades.

Sí, el 3 de abril no es un pulso entre buenos y malos. Es un duelo entre progreso y estancamiento, problemas y soluciones, pesimismo y esperanza. Los protagonistas de esa jornada formamos parte de un único bando: costarricenses.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista con 35 años de experiencia
Asesor en comunicación