“Esta tendencia es que las grandes empresas transnacionales tengan la capacidad de garantizar suministros a sus principales mercados en tiempos de crisis”

(*) Por Alberto Bonilla

En medio de los retos económicos que atraviesa Costa Rica, debido a la lucha contra la pandemia causada por el COVID-19, un importante número de las empresas transnacionales que se encuentran dentro del régimen de zona franca ha logrado mantener el ritmo de su producción e incluso crecer.

Muestra de ello es que, durante el 2020, dichas compañías generaron un total de 19.806 nuevos empleos en el país, es decir, 18,4% más que en el 2019, tal como lo destacó la Agencia de Promoción de Inversiones de Costa Rica (CINDE). El acumulado de puestos de trabajo directos al cierre del año pasado fue de 134.026.

Para alcanzar estos resultados fue clave que el sector reaccionara de forma ágil y comprometida con la implementación de medidas en pro de la seguridad sanitaria de todos los usuarios de sus instalaciones.

La respuesta ágil que brindamos muchas empresas inmobiliarias, incluyendo Garnier & Garnier Desarrollos Inmobiliarios, fue determinante, aunque sin duda alguna, los retos continúan. De la totalidad de los inmuebles que actualmente tenemos en etapa de planificación, todos se adecuarán a los requisitos de la “nueva normalidad”, tal es el caso de edificaciones que incluyen mayor ventilación natural y espacios comunes más amplios.

El compromiso con esta forma de trabajo sostenible, flexible e innovadora, tiene muchísima relevancia en todos los ámbitos del desarrollo inmobiliario. Pese a ello, se espera que las áreas industriales y de logística muestren un repunte aún mayor en nuestro país durante los próximos años, situación que requerirá una capacidad de respuesta aún más rápida por parte de los desarrolladores.

El crecimiento en este sector de la economía se augura debido a que, algunas dinámicas ya muestran aceleración a nivel mundial por las consecuencias de la pandemia, tal es el caso del nearshoring de actividades de servicios y/o manufactura.

Lo que busca esta tendencia es que las grandes empresas transnacionales tengan la capacidad de garantizar suministros a sus principales mercados en tiempos de crisis; por eso, paralelo al virus, comenzaron a gestar el traslado de sus instalaciones a ubicaciones menos distantes de los países a los cuales venden más productos o servicios.

En este contexto, la cercanía geográfica que tenemos con Estados Unidos, el buen desempeño de las empresas extranjeras que ya operan en el país, nuestra estabilidad política y social, así como la fuerza de trabajo altamente capacitada con la que contamos, se traduce en la continuación de la llegada de grandes empresas a suelo nacional.

Es claro que esta inyección de capital extranjero será muy beneficiosa para el país, pues además de la generación de nuevos empleos de calidad, dinamizará nuestra economía. Sin embargo, resulta clave que como nación tengamos total claridad sobre el desafío que esto implica.

Por ello, hoy invito a quienes formamos parte del sector inmobiliario -así como a todos los actores que tienen algún impacto en el ámbito comercial e industrial- a redoblar nuestro compromiso con la excelencia, la innovación y la sostenibilidad.

Debemos ofrecer soluciones integrales, en todos los ámbitos, tales como infraestructura y educación.

Para lograrlo, es clave mantener e incluso robustecer el apoyo que se brinda a las instituciones de enseñanza que capacitan al personal requerido por estas empresas. De igual forma, resulta fundamental continuar trabajando al lado de las instituciones públicas, con el objetivo de reducir la tramitomanía que entorpece el proceso de contratación y gestión de las industrias.

Es un reto que hemos tomado seriamente y que estoy seguro generará frutos a largo plazo.

(*) Alberto Bonilla es director de desarrollo de Garnier & Garnier.