Marco Monge

A la realidad le gusta verse en los espejos. Esté como esté, disfruta de los reencuentros con su reflejo.

Cede siempre al guiño del cristal, la tentación del vidrio, la seducción de la transparencia.

Es adicta a mirarse, contemplarse, en especial cuando se topa cara a cara con un lente fotográfico que le permite observarse tal cual es, sin filtros, máscaras ni maquillajes.

La realidad prefiere descubrirse sin retoques que alteren su esencia.

Sí, verse y que la vean en estado natural, aún cuando muestre su perfil más cruel, ese que deja al desnudo sus rasgos más humanos.

Evidencia de ello, esta serie de imágenes en las que la realidad se mira en el espejo de los venezolanos (¿o vede-solados?) que han hecho de San José una estación en su peregrinaje a pie y en buses hacia lo que sueñan como un futuro más justo y lleno de oportunidades.

Se trata de familias enteras que han dejado sus huellas en los peligrosos laberintos de la selva del Darién, donde se enfrentaron a ríos caudalosos, asaltantes y muchos otros peligros. Ellos han visto la cara de la realidad sin rímel, sombras ni polvos.

Hoy día venden dulces y piden ayuda en la capital costarricense para poder llegar hasta los Estados Unidos, en donde esperan dejar atrás las pesadillas de esa pesadilla llamada revolución bolivariana.

“Como siempre, el trabajo del fotógrafo Marco Monge orientado hacia el ser humano, tan sensible al dolor; posee un instinto para captar el momento doloroso, del abandono, el sufrimiento, o bien de la rabia o peligro extremo. Sus fotos siempre tienen un contenido humano que golpea mucho”, manifiesta el escritor y pianista Jacques Sagot.

A continuación, 51 espejos de cristal. En todos ellos, el rostro de la realidad.

La realidad no se afeita…

Anclar en la esperanza…

¿Qué significa ser niño?

Marco Monge es fotoperiodista.