La escena tiene lugar varias mañanas entre lunes y viernes: un vecino lleva a sus dos hijos, un niño y una niña, hasta la escuela José Cubero Muñoz, de Mata de Plátano, Goicoechea. Van tomados de las manos y caminando.

Avanzan despacio pues se trata de escolares de corta edad que, además, cargan sus útiles. Los pasos son acompañados por una tertulia entre los menores y su padre, un hombre de unos sesenta años, cabello y barba canosos.

La caminata de regreso a casa tiene lugar poco antes del medio día o a principios de la tarde y la conversación también forma parte de ella.

Hay que ver la admiración con que los pequeños miran a su padre, un héroe de la vida real, y el orgullo que este siente por sus retoños.

¡Me encanta observar a ese trío a través de la pantalla plana de la ventana de mi estudio!

Se trata de uno de mis “programas” favoritos, junto con el paseo diario que una abuela le da a su nieta por el vecindario, el matrimonio que corre al menos dos veces por semana, la vecina que le enseña canciones a una niña que recién empieza a hablar y el abuelo que sale entusiasmado a comprar pan dos veces al día, supongo que para el desayuno y el café después de almuerzo.

Disfruto de esos episodios comunales que me aguardan cada día al otro lado de la cortina y que veo entre las verjas y el guayabo del jardín, pues me cargan de energía positiva, esperanza y serenidad. Gente común y corriente que hace pequeñas grandes cosas que le agregan valor a la vida. Todos ellos suman y multiplican.

Ninguna de esas personas tiene pinta de agricultor, pero todos están sembrando…

Por ejemplo, el hombre con el que dio inicio esta nota cultiva las semillas de la educación, el conocimiento, la persistencia, el cariño, la protección y la responsabilidad en dos surcos fértiles. Se trata, por lo que veo y escucho, de un ser humano con las prioridades claras.

¡Maravillosa la programación de TeleVentana!

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente