Pienso en el Bicentenario de la Independencia de nuestro país, ese hecho histórico que celebramos hoy 15 de setiembre del 2021, y de inmediato aparecen en mi mente las imágenes de don Quijote de la Mancha y su escudero Sancho Panza.

No es casual que así suceda, pues soy un acérrimo convencido de que esta Patria es producto de dos siglos de choques, balances y acuerdos entre soñadores y realistas, características que encarnan esos dos hijos literarios de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616).

Somos afortunados habitantes de una nación que ha contado con los invaluables aportes de ingeniosos y valientes idealistas, así como de honestos y leales personajes con los pies bien puestos sobre la tierra.

Vivimos en un territorio de personas muy leídas e instruidas (Alonso Quijano) y de labriegos sencillos (Sancho Panza).

Cómo no reconocer, en esta construcción, las valiosas obras realizadas por las Dulcineas y Teresas que representan los amores platónicos del desarrollo que nos han tornado osados y los esfuerzos y sacrificios de las mujeres que luchan solas y no se rinden

Dos siglos de luchas contra gigantes imaginarios y verdaderos, enemigos nobles y burlones, triunfos y derrotas, gente bienintencionada y tramposos, verdades y mentiras a lomos de caballos de carne y hueso (Rocinante) o de madera y mofa (Clavileño).

Un país que a veces es Caballero Andante y a ratos Caballero de la Triste Figura. Una nación que ha logrado desfacer entuertos, pero que también sigue en deuda con diversas injusticias.

En fin, una fecha para despertar al curioso impertinente que todos llevamos adentro (espíritu crítico) y adentrarnos en la Cueva de Montesinos (renovar los sueños).

Sí, una quijotada llamada Costa Rica.

En un lugar de América, de cuyo nombre celebro acordarme, hace dos siglos nació un pueblo hidalgo de los de canastos llenos de café, boyeros luchadores, educadoras valientes y gente generosa…

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Exdirector de El Financiero
Consultor en Comunicación