Si tenemos más oxitocina, tenemos mayor felicidad y mayor salud. Si tenemos menos cortisol, nuestra salud, nuestro humor e incluso la calidad de nuestra piel mejoran

Por Liana Rojas Binda

En su columna titulada Aprendizaje emocionante , doña Eugenia Rodríguez Ugalde nos indicaba que, cuando el aprendizaje dispara la ansiedad, esto apunta a  que el ambiente “no es el adecuado para quien aprende”. Si la experiencia de aprendizaje no es placentera, se reaccionará con ira o con indiferencia, o incluso “se tratará de evitar el proceso de aprendizaje.”

Nuestro diario vivir es un proceso continuo de aprendizaje y el estado de alerta en que nos encontramos permite a nuestro cerebro estar atento a tomar decisiones.

En su libro Encuentra tu persona vitamina, la psiquiatra Marian Rojas Estapé señala “que vivimos en modo estrés y en estado de alerta y que esto activa el cortisol. La llamada hormona del estrés nos sirve para afrontar retos, pero si la generamos continuamente, nos intoxica y nos altera desde el estado de ánimo hasta la salud de la piel.”

Lo mismo sucede cuando el ambiente de aprendizaje produce estas emociones: la salud mental y física de las personas participantes y personas facilitadoras se ve comprometida, y la experiencia de aprendizaje no es emocionante, sino que deteriora la salud de quienes están involucrados.

Lo mismo sucede en nuestros ambientes laborales. No tenemos que “aguantarnos porque no nos queda de otra”. El trabajo en equipo es parte del resguardo de nuestra salud física y emocional.

Usted dirá, querido lector y lectora, qué fácil se lee esto, viniendo de una persona que, como yo, se encuentra muchas veces al límite por situaciones de estrés. Sin embargo, precisamente al hacer ejercicios de reflexión como escribir sobre este tema, activamente busco maneras de manejar esta característica de personalidad, por mi salud y por el bienestar de quienes trabajan y conviven conmigo. Es decir, busco ser menos “persona tóxica” y aprender a ser más “persona vitamina” (o como se dice en inglés, nutric). El alto colesterol lo causamos muchas veces cuando somos, y nos asociamos con, personas tóxicas. (Pero eso será el tema de mi próxima entrega).

Nuestros puestos de trabajo nos requieren atentos, nuestras familias nos necesitan sanos. Nosotros y la sociedad, y nuestros estudiantes, nos necesitamos felices. Y la única manera es protegiendo la química que vamos generando y recibiendo todos los días. Si usted se dedica a la docencia, pues mayor aún la urgencia de hacer química (literalmente) con sus personas estudiantes.

No nos preocupemos tanto por manejar las herramientas tecnológicas en forma perfecta. No nos estresemos y nos llenemos de cortisol por tener actividades atinentes para cada uno de los temas en el programa de estudio.

Todo esto es importante, pero sobre todo: hagamos un esfuerzo por conectar con las personas estudiantes desde el primer momento de clase. Sonreír y respirar. Repetir el proceso cuantas veces sea necesario. Sonreír y respirar. Las herramientas tecnológicas se van aprendiendo a usar con el tiempo. El currículo va a ir fluyendo mejor cuanto más cómodos se sientan los participantes en su clase. Una primera impresión negativa, sin embargo, no se borra nunca. Y no habrá maravillas tecnológicas ni tampoco experiencias de aprendizaje que puedan revertir un mal comienzo.

Si tenemos más oxitocina, tenemos mayor felicidad y mayor salud. Si tenemos menos cortisol, nuestra salud, nuestro humor e incluso la calidad de nuestra piel mejoran. Les invito a que, al igual que lo hice yo durante la creación de esta columna, saquemos un ratito para reflexionar y buscar cómo hacer química, pero de la buena. ¡Feliz mes!

Liana Rojas Binda es una profesional con formación académica en el campo del aprendizaje del Inglés. Cuenta con más de 25 años de experiencia docente. Actualmente se desempeña como Directora del Centro de Idiomas de la Universidad Castro Carazo. Ha participado en proyectos editoriales con Santillana y Oxford University Press.