Resulta fácil lanzar la red, el anzuelo o la nasa en un mar de puntos de vista similares, pero todo un reto practicar ese tipo de pesca en un océano de apreciaciones diferentes

En el prólogo de su novela Cronomoto, el escritor estadounidense Kurt Vonnegut (1922-2007) recuerda que en 1952 la revista Life publicó el relato El viejo y el mar, de Ernest Hemingway, una historia sobre Santiago, un viejo pescador cubano que tenía ochenta y cuatro días de no pescar absolutamente nada.

Sin embargo, se hace de nuevo a la mar y logra atrapar un enorme marlin (un pez que puede llegar a tener una longitud 4,5 metros y pesar más de 900 kilogramos) que amarra a su bote, pero antes de regresar a tierra firme los tiburones arrancan toda la carne y dejan únicamente el espinazo.

Cuenta Vonnegut, autor de Matadero cinco, La cartera del cretino y Cuna de gato -entre muchas obras- que en aquel entonces él vivía en Barnstable Village, Cape Cod, en donde tenía un vecino que trabajaba como pescador y a quien acudió para pedirle su opinión sobre la historia escrita por Hemingway (premio Nobel de Literatura 1954).

“Me dijo que el protagonista era un idiota. Tendría que haber cortado los mejores trozos de carne para guardarlos en el fondo del bote dejando el resto para los tiburones”, rememora Vonnegut.

Leí ese prólogo hace pocos días y me gustó encontrar una perspectiva diferente de El viejo y el mar. No sé cuántas veces he devorado esa historia y disfrutado de las películas producidas en 1958, con la actuación estelar de Spencer Tracy, y 1990, protagonizada por Anthony Quinn, mas nunca se me había ocurrido pensar como el pescador vecino de Kurt Vonnegut.

Sí, jamás una crítica como esa había pasado por mi mente ni se la había escuchado o leído a alguien más. Lo cierto es que enriqueció mi visión sobre el famoso libro de Hemingway, me ayudó a ampliar horizontes, sumar perspectivas.

Puede que en efecto Santiago se haya equivocado al enfrentar a los depredadores a garrotazos (con los remos) y puede ser ser también que a pesar de los años de experiencia no haya tomado las precauciones del caso. Y puede que haya muchas otras opciones…

“De mi padre aprendí que quienes tienen opiniones distintas u opuestas a las mías son personas que han caminado sobre otros caminos y subido otras cuestas, y, en consecuencia, poseen otras visiones”.

Esta experiencia me indujo a reflexionar en torno al difícil arte de pescar opiniones divergentes. Capturar criterios dispares es una actividad o actitud que demanda perseverancia, aptitud y destreza para llegar a ser un maestro (yo apenas soy un alumno torpe, pero abierto a aprender).

Fácil, sumamente sencillo, lanzar la red, el anzuelo o la nasa en un mar de puntos de vista similares, pero todo un reto practicar ese tipo de pesca en un océano de apreciaciones diferentes, análisis múltiples, juicios diversos.

Esa tarea se torna aún más complicada cuando nos rodeamos única y exclusivamente de pescadores que piensan como nosotros y a quienes también les gusta probar suerte solo en determinadas aguas, especialmente serenas, pues huimos de las corrientes turbias y los rápidos.

Peligrosos, en este sentido, los algoritmos de las redes sociales que nos llevan a formar parte de comunidades donde -en términos generales- se razona más o menos igual. Eso puede contribuir a formar enclaves cuyos miembros se creen dueños de la verdad pues la mayoría ve el mundo como yo.

De mi padre aprendí que quienes tienen opiniones distintas u opuestas a las mías no son “enemigos”, vendepatrias” o “imbéciles”, sino seres humanos con otras experiencias y aprendizajes, gente que ha recorrido otros caminos y subido otras cuestas, y, en consecuencia, posee otras visiones.

Del prólogo escrito por Vonnegut me aparto de la arrogante idea de llamar “idiota” a quien no actúa o piensa como yo; sin embargo, tomo nota de que no existe una única vía para enfrentar los desafíos y problemas.

¿Qué le parece si dejamos de lanzar las redes, nasas y anzuelos en las mismas aguas de siempre?

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente