Entrega 17 (de un total de 21)
Mañana: Contesta un
locutor comercial

Porque todos observamos y analizamos diferente… A partir de esta realidad, Gente-diverGente invitó a 21 personas a expresar por escrito, y con absoluta libertad, lo que una misma fotografía (un viejo camión abandonado) les dice o sugiere.

21 en el 2021 es el nombre de esta iniciativa que celebra la diversidad y multiplicidad de visiones, análisis y perspectivas que coexisten en la sociedad y nos permiten tratar de armar el complejo rompecabezas del entorno.

Le toca el turno hoy, en este ejercicio de pluralidad, a Priscila Quirós Muñoz, especialista en habilidades blandas.

Me quedé mirando aquella camioneta y dije en voz baja, ¿porqué estará tan abandonada? Podría verse mejor.

De pronto, ella me dijo: Oiga, aunque yo esté sola y se me note el paso del tiempo, de alguna forma me las ingenio y todavía tengo color, no el de mi juventud, pero lo tengo y con él he generado un extraño encanto que me distingue y que obliga a mirarme. No necesito más estiramientos de carrocería ni baños de color, mucho menos quitarme las marcas del paso del tiempo.

Enmudecí. ¿No se supone que no hablaba? ¡Y ahora resulta que ella me escucha!

No lo podía creer, porque no era su edad lo que me hacía pensar así, total no he visto el modelo, pero resultaba claro que en algún momento se le había quebrado incluso parte de su parabrisas, y que enquistada allí, era probable que no fuese muy rápida si la ponía en marcha.

Mire, – me dijo de nuevo. No importa lo que vea en mí. Total, soy más que esta estructura que está viendo. Si no, sería solo latas, carrocería, llantas y unos cuantos asientos. Pero en eso somos casi iguales todas las camionetas. Las historias que albergo y los recorridos que he dado son mi mayor riqueza. Anduve tantas veces por caminos que ya no existen, vías que hoy parecerían intransitables, rutas tan largas que uno hoy no entendería por qué hubo que dar tanta vuelta para llegar tan cerca, a veces a buena marcha, en otras, metiendo fuerza a mi máquina que ya no quería avanzar. Pero así llegué a mil destinos.

Y agregó: En mi memoria, todavía me parece escuchar las voces de las personas que decían que esta sí era una verdadera camioneta, a tantos que acompañé en su camino para que llegaran a su destino, a quienes les entregué un buen viaje y jamás olvido a los que estuvieron presentes un día que tuve un espantoso choque. Hay otros a quienes casi no los recuerdo, pasajeros gritones, gente que reclamaba por todo y peleaba por nada, y otros que me tenían una extraña desconfianza. Total, de todos se aprende, lo bueno y lo malo, para emular, para no repetir.

La miré de nuevo, sin poder decir una palabra. No quería dejarla y que mi miopía me impidiera verla con detalle. Me acerqué.

A su lado entonces, la vi como es, tan fuerte, tan amplia y cómoda, tan llena de luz y de nuevos aires porque el viento le corre de un lado al otro. Le pregunté si podía sentarme en uno de sus asientos delanteros y entonces me dijo: Claro, pase. ¿Qué ve desde aquí adentro? No me lo diga, -añadió- solo lléveselo en su conciencia.

Hasta hoy pude ver lo que ella está viendo: una autopista con cientos de autos, muchos de ellos frágiles, corriendo como si no hubiese un mañana, se les nota que tuvieron cambio de  llantas, aros, asientos, corrección de pintura, estirados en un taller donde les quitaron varios  “camanances”, corren sin revisar sus frenos, sin destino claro, con una máquina pidiendo a gritos una pausa. Otros autos de lujo pasan también frente a ella, con los mismos apuros y menos problemas para avanzar, aunque parece que estos no la pasan muy bien, no se sienten autos, sino cosas, son trofeos de quienes los llevan.

Priscila Quirós Muñoz, especialista en habilidades blandas.