Me gusta el Jesús cuyo nombre empieza con la letra jota de justo.

Una persona justa es aquella que procura comprender a los demás. Se acerca para tratar de entender. Se distingue por su actitud abierta a escuchar y observar. Le gusta considerar, discernir, pensar. En su mirada hay humanidad, paciencia, ternura.

Es como un niño que nace en un establo donde la bondad cobija.

Me gusta el Jesús cuyo nombre lleva, como segundo signo gráfico, la e de empático.

Una persona empática es aquella que se esfuerza por identificarse con los demás. Está siempre dispuesta a ponerse no solo los zapatos de los otros, sino toda la ropa, y aún más: probar lo que comen, habitar bajo su techo, moverse en sus ambientes habituales, estudiar su forma de ver el mundo y la vida, porque es honesto y profundo su deseo de fraternizar, compenetrar.

Es como un niño que nace en un establo donde la solidaridad brilla más que cualquier estrella.

Me gusta el Jesús cuyo nombre incluye, como tercera letra, la ese de silencio.

Una persona silenciosa es aquella que percibe, atiende, presta atención, cierra los labios y abre el corazón, apaga el ruido y enciende el enfoque. Sabe hacer pausas y treguas a la hora de escuchar a los demás. Ejercita y pule el difícil arte de acallar las voces internas para concentrarse realmente en las versiones, necesidades, sueños, temores, dolores, intereses del otro.

Es como un niño que nace en un establo donde oír es más valioso que el oro, incienso y mirra.

Me gusta el Jesús cuya segunda vocal es la u de unidad.

Una persona que une es aquella que concilia, acerca, media, armoniza, pacifica, apacigua, integra, incorpora, suma, multiplica. Le gusta construir puentes, abrir puertas y ventanas, prender fuegos que congreguen, compartir el pan del entendimiento y el vino del respeto al otro y sus diferencias.

Es como un niño que nace en un establo donde hay lugar para todos.

Me gusta el Jesús cuyo nombre termina con la ese de sosiego.

Una persona que sosiega es aquella que se presenta o interviene para calmar, tranquilizar, serenar y apaciguar. Es esa gente que llega e infunde quietud, reposo y placidez. Aporta perspectivas que nos ayudan a respirar y ver con mayor claridad; conforta, modera, anima.

Es como un niño que nace en un establo donde hay paz.

Ese es el Jesús que me gusta.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Exdirector de El Financiero
Consultor en Comunicación