PILARES
Por Yerma Campos (*)

Los últimos días han sido de sentimientos son encontrados. Parece una sensación que nos era extraña, pero con la que nos vamos familiarizando cada vez más.

Por un lado, una amiga posteó una foto de hace un par de años, en la cual cinco amigas estábamos abrazadas, reíamos con esa risa cómplice que solo las amigas del corazón tienen. Recordé el viaje, uno de muchos, en los cuales hemos reído y hablado por horas, hemos bailado, bebido y soñado juntas. ¡En fin, hemos sido plenamente felices!

Mientras disfrutaba de esa sensación de bienestar, recibí otro tipo de mensaje. Una compañera, con la que trabajé por muchos años, dio positivo por la covid-19.

Horas después, me dijeron que también su esposo y sus padres padecían el virus. En ese mismo lugar, otra de las personas que trabaja ahí tiene a su mamá en el hospital porque dio positivo y la iban a intubar e inducir el coma. Estas noticias me dejaron inmóvil, sin saber qué hacer.

Así que, esforzándome por salir de ese estado, hice lo único que me da la fortaleza para continuar en momentos como ese: orar.

Después de hacerlo me dispuse a hablar con mis compañeras. Todas trabajan en un lugar muy querido para mí, donde laboré doce años y fui muy feliz… 

En ese momento, les extrañé más que nunca y, como tampoco supe qué hacer o decir, mencioné que sería bueno hacer algo que nos uniera y nos diera ánimo y fortaleza.

Nuevamente, lo único que se me ocurrió fue decirles que oráramos juntos/as. Nos organizamos y lo hicimos por medio de una plataforma virtual; pero no fue suficiente, así que quedamos de hacerlo el fin de semana y después, desde donde estuviéramos a una hora acordada. De esta forma, vamos a unirnos en oración.

Por la noche no dejé de pensar en ellas y ellos; les extraño tanto…

Recordé todos los buenos momentos vividos y tengo la plena convicción de que tendremos muchos instantes buenos en el futuro, pero hoy el dolor nos une, tanto como en algún tiempo nos ha unido la alegría.

“Hoy es tiempo de llorar, de estar unidas/os en medio del dolor pero, sobre todo, es tiempo de orar”.

Yerma Campos C-, jueza del Tribunal de Familia

Y de pronto, me llegan los recuerdos de los cumpleaños celebrados, las navidades, días de la madre y del padre, desayunos y almuerzos, siempre comiendo… eso nos unía y nos alegraba, pero hoy no hay celebración o comida que haga desaparecer el dolor, solo nos queda… orar. Y aun cuando no podamos comprender lo que pasa, tenemos la certeza que pronto pasará y eso me lleva a recordar este hermoso texto de Eclesiastés 3:1-11:

1 Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:
2 un tiempo para nacer,
y un tiempo para morir;
un tiempo para plantar,
y un tiempo para cosechar;
3 un tiempo para matar,
y un tiempo para sanar;
un tiempo para destruir,
y un tiempo para construir;
4 un tiempo para llorar,
y un tiempo para reír;
un tiempo para estar de luto,
y un tiempo para saltar de gusto;
5 un tiempo para esparcir piedras,
y un tiempo para recogerlas;
un tiempo para abrazarse,
y un tiempo para despedirse;
6 un tiempo para intentar,
y un tiempo para desistir;
un tiempo para guardar,
y un tiempo para desechar;
7 un tiempo para rasgar,
y un tiempo para coser;
un tiempo para callar,
y un tiempo para hablar;
8 un tiempo para amar,
y un tiempo para odiar;
un tiempo para la guerra,
y un tiempo para la paz.

De nada sirve afanarse

9 ¿Qué provecho saca quien trabaja de tanto afanarse?
10 He visto la tarea que Dios ha impuesto al género humano para abrumarlo con ella.
11 Dios hizo todo hermoso en su momento y puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin.

Hoy es tiempo de llorar, de estar unidas/os en medio del dolor pero, sobre todo, es tiempo de orar.

(*) Yerma Campos C. es Jueza del Tribunal de Familia. Licenciada en Derecho por la Universidad de Costa Rica. Master en Administración de Justicia por la Universidad Nacional.