Todos los sectores de la economía, todas las organizaciones, todos los negocios, TODOS tenemos que entender que vivimos en un mundo en el que los llamados “públicos cautivos” están en vías de extinción

Ocurrió hoy, entre las 11:00 a.m. y las 12:00 m.d. Salí del Auto Mercado de Guadalupe cargando dos bolsas que puse en el suelo para atender una llamada telefónica amenizada por los fuertes gritos de un taxista que tenía su vehículo estacionado a unos cinco metros.

“¡Aquí estoy yo! ¡Aquí estoy yo! ¿No me ve? ¡No pida un Uber! ¡Yo lo llevo!”, vociferaba ese hombre mientras yo trataba de escuchar a mi interlocutor.

“¡Si pide un Uber vamos a tener problemas, porque aquí estoy yo! ¡Tiene que viajar conmigo!, exclamó.

Terminé de conversar por teléfono y me dirigí hacia el local de la farmacia Fischel que forma parte de ese complejo comercial.

“¿Para dónde va? ¿Para dónde va? ¡Aquí estoy yo! ¡Cuidado está esperando un Uber! ¡Vea que se lo advierto!”

Unos cinco minutos después salí de nuevo a la acera y el tipo seguía gritando: “¡Vamos, yo lo llevo! ¡Venga móntese! ¡No se le ocurra pedir un Uber!”

“Hay quienes siguen sin entender que es el consumidor quien elige y que cada vez acepta menos imposiciones”.

José David Guevara Muñoz, editor de Gente-diverGente.

Molesto por esa actitud tan agresiva, en ningún momento le dirigí la palabra al taxista. Tomé mis bolsas y caminé hasta el estacionamiento bajo techo ubicado en el sótano. Una vez allí, solicité el servicio de Uber.

¿Cómo es posible que a estas alturas del “partido” ese taxista no haya aprendido las duras lecciones que la competencia le ha deparado a su gremio? ¿No se ha dado cuenta de que ya pasaron a la historia aquellos tiempos en los que muchos miembros de la “fuerza roja” hacían lo que se les antojaba con los usuarios? ¿Sigue sin entender que es el consumidor quien elige y no él quien impone u obliga?

Si esa persona me hubiera ofrecido sus servicios con amabilidad, posiblemente yo habría aceptado viajar con él, tal y como lo hice el lunes pasado con un taxista cortés y servicial que me llevó allá por el hospital San Juan de Dios. Pero no, el sujeto apeló al matonismo, prepotencia y falta de respeto.

Todos los sectores de la economía, todas las organizaciones, todos los negocios, TODOS tenemos que entender que vivimos en un mundo en el que los llamados “públicos cautivos” están en vías de extinción. Los ciudadanos, clientes y usuarios no somos “rebaño” de nadie, pero estamos abiertos a beneficiar a quienes entiendan y atiendan nuestros intereses y necesidades, y nos traten con educación.

En este sentido, Uber también debe poner las barbas en remojo pues ya no resultan extraños los comentarios de quienes se quejan en las redes sociales sobre el nivel de profesionalismo de algunos choferes.

Sé que es una verdad de Perogrullo, pero nunca está de más recordar que la cortesía vende, en tanto que la insolencia ahuyenta.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente