¿De qué manera los accesorios tecnológicos móviles podrían convertirse en un laboratorio móvil para el aprendizaje en educación superior?

Isabel Vargas González

Los dispositivos vestibles (wearable technology) se han apoderado de muchas áreas de nuestra vida cotidiana, más de lo que usted y yo imaginamos.

Si no ha escuchado ese término, le comento que es un concepto utilizado para hacer referencia al uso de accesorios o dispositivos electrónicos en prendas de vestir cuya característica principal es su naturaleza móvil o portátil.

El primer dispositivo vestible o portátil conocido data de 1955 y consistía en un aparato del tamaño de un paquete de cigarros para esconderlo en los zapatos y predecir el tiempo en las ruletas de los casinos.

Desde entonces, la tecnología vestible ha avanzado hasta convertirse en relojes, auriculares, anteojos y otros.

Los relojes deportivos de línea comercial son un ejemplo, de accesorios vestibles, más popularmente utilizados para registrar su actividad física, medir su frecuencia cardíaca, la cantidad de calorías quemadas y un sin número de funcionalidades vinculadas a actividades deportivas.

Pero, se ha preguntado usted ¿de qué manera estos accesorios podrían convertirse en un laboratorio móvil para el aprendizaje en educación superior?

En el campo de las ciencias de la salud o la educación física, los datos fisiológicos que generan este tipo de dispositivos permiten realizar evaluaciones o hacer mediciones tomando en consideración distintas variables.

Con la prevalencia de enfermedades crónicas, obesidad u otras, el uso de pulseras inteligentes permite simular análisis de rendimiento físico y nutrición en entornos reales de aprendizaje.

El uso de auriculares ha tenido un alto impacto en la realización de evaluaciones espaciales. Algunos auriculares con diadema incluyen sensores que permitirían escanear el entorno de la cabeza de una persona y proporcionar datos sensoriales de la actividad cerebral.

Particularmente, los anteojos inteligentes han sido utilizados en cursos de psicología educativa para recopilar datos y estimar el estrés de los y las estudiantes ante actividades de aprendizaje específicas y que puede resultar en una causa de abandono de los estudios.

Algunos de estos avances tecnológicos han sido diseñados a la medida para determinar el nivel de participación del estudiantado o con fines de aprendizaje de idiomas.

Quienes han estudiado las bondades de utilizar esta tecnología en el campo educativo reconocen su fácil movilidad, el bajo costo de mantenimiento de la tecnología vestible y la posibilidad de estimular la curiosidad y la motivación en la población estudiantil.

Sin embargo, es tarea de quienes trabajan en educación reflexionar y establecer una ruta de implementación que garantice la adecuada integración de la tecnología vestible para el logro de los propósitos de aprendizaje en entornos de educación superior.

Isabel Vargas González cuenta con formación profesional en el campo de la orientación, del desarrollo curricular y la gestión de proyectos. Cuenta con más de 15 años de experiencia en el diseño curricular y es docente universitaria. Actualmente se desempeña como Directora de Innovación y Desarrollo Curricular en la Universidad Castro Carazo.