Por Yerma Campos C. (*)
PILARES

Durante treinta años he visto una y otra vez a la diosa Temis en una posición de superioridad frente a un simple mortal que postrado a sus pies le suplica justicia. Sin embargo, la diosa parece no prestarle atención, está distante, alejada, viendo hacia el cielo o hacia algo que le llama la atención; parece que no tiene interés alguno hacia lo que aquella persona que está a sus pies le está pidiendo, o hacia la actitud de dolor o necesidad que refleja la persona que acude a ella. 

Esta es la imagen de la justicia que por muchos años ha reinado en el Poder Judicial: una justicia distante de las personas, una justicia que pareciera que con aire de superioridad ignora las necesidades de quienes están solicitando ayuda ante un conflicto. La imagen es tan fuerte que trascendió y permeó a muchas de las personas que han administrado justicia.

No obstante, como un remanente fiel a los principios de justicia, independencia y equidad que deben prevalecer en este Poder de la República, hay quienes durante décadas han confrontado a Temis, ya que se reconocen también mortales, no forman parte del Olimpo y se han acercado a ese hombre, a preguntarle qué le pasa, qué necesita. 

Sin embargo, Temis siempre altiva ha visto de mala manera a quienes han osado enfrentarla y ve con menosprecio a quienes desean estar cerca de las personas que buscan la solución de un conflicto, cuestionando así su divinidad. 

A pesar de la fuerza que irradia Temis a la entrada del edificio de la Corte Suprema de Justicia, con gran disimulo y sencillez se infiltró un personaje que con su sola presencia ha venido a cuestionarla. 

Hace un par de años, en el primer piso de ese inmueble, hay una hermosa escultura del artista nacional Manuel Vargas: una de sus famosas “Cholas” está sentada en una banca, con expresión de confianza, de tranquila espera. 

Esta mujer sencilla está sentada con gran dignidad, no está suplicando, no tiene que humillarse, no tiene que rogar a una diosa para que la escuche. No tuvo que quedarse postrada en las afueras del recinto. 

“Temis debería ser hoy solo el recuerdo de un estilo de administrar justicia, no un ideal; ya nadie quiere dioses del Olimpo ni mortales postrados suplicando justicia o graciosas concesiones”. 

Estas imágenes me llevan a pensar en  el funcionamiento actual del Poder Judicial en nuestro país y lo que quisiera que fuera. 

Algunas personas desean seguir los pasos de Temis, pero yo prefiero pensar en la Chola, como el reconocimiento de una nueva etapa en la función jurisdiccional en Costa Rica, donde las personas puedan entrar a ese “sacrosanto recinto de la administración de Justicia”, sentarse y esperar con calma a que sus asuntos sean resueltos, con la certeza que los más altos principios de justicia, independencia y probidad, serán los que imperen en la resolución de su conflicto. 

¿Que eso que deseo y espero es un ideal, una quimera? Sí, sí, lo es, pero es el norte que deseo como guía por los años que tengo por delante. 

Cuando las personas acuden a los juzgados y tribunales, lo hacen porque tienen un problema, no porque quieran contarnos sus triunfos o alegrías, sino porque necesitan una solución, lo cual conlleva que siempre haya una parte ganadora y otra perdedora. 

El reto no es solo que la persona a favor de quien se resuelve el proceso quede satisfecha, sino que quien perdió pueda reconocer que, a pesar del revés, mantiene la confianza en el sistema judicial. 

Esta confianza, reflejada en la tranquila espera de la Chola, es lo que continuará garantizando el Estado de Derecho en nuestro país y con ello el fortalecimiento del sistema democrático. 

Temis en este momento debería ser solo el recuerdo de un estilo de administrar justicia, no un ideal; ya nadie quiere dioses del Olimpo ni mortales postrados suplicando justicia o graciosas concesiones. 

Hoy queremos mujeres y hombres como esa Chola: sencillos, dignos, esperando  ni más ni menos, que se tutelen sus derechos.

(*) Yerma Campos C. es Jueza del Tribunal de Familia. Licenciada en Derecho por la Universidad de Costa Rica. Master en Administración de Justicia por la Universidad Nacional.