El martes 30 de junio del 2020 fue mi último día como inquilino de las cálidas y confortables estadísticas del empleo. Al día siguiente desperté en calidad de habitante del frío e incómodo gráfico del desempleo.

Bastó una noche para dar un salto inesperado desde la residencia de la tranquilidad hasta el apartamento de la incertidumbre.

Fue así como llegó a su final una trayectoria de 33 años como periodista en Grupo Nación. Los primeros 13 como reportero de temas inactuales, económicos y políticos del diario La Nación; los siguientes diez, como jefe de Redacción de El Financiero, y la última década en el cargo de director de ese medio.

Anteriormente había trabajado en múltiples lugares; entre ellos, una sala de juegos electrónicos en el Condominio Las Américas, McDonald’s, Hospital Calderón Guardia, Librería Bautista y Centro Estudiantil Bautista.

Es por esa razón, porque he acumulado muchas millas trabajo, que estoy sobrado de cuotas para pensionarme pero me faltan dos años de labor (aunque quisiera seguir activo por más tiempo).

A lo largo de estos 10 meses he pensado en múltiples ocasiones en la relativa calma con que afronté muchas veces el tema del desempleo durante el ejercicio del periodismo escrito. No hablo de indiferencia, pero sí de una condición en la que -en honor a la verdad- me resultaba imposible ser 100% empático con quienes estaban desempleados.

Hoy día entiendo mejor lo que significa esa situación.

Por ejemplo, algo se me movió en el interior cuando el presidente Carlos Alvarado Quesada habló del desafío del desempleo el martes pasado, durante su discurso de rendición de cuentas ante la Asamblea Legislativa. L@s invito a ver el video que incluyo a continuación: “Soy un gráfico de carne y hueso”.

Asimismo, se me eriza la piel cuando leo muchos de los testimonios de costarricenses registrados en el libro La gente, el (des)empleo y el Covid-19, de los psicólogos costarricenses Ignacio Dobles Oropeza, Marco Fournier Facio y Vilma Leandro Zúñiga. Se trata de una obra de 110 páginas publicada por Editorial Arlekín.

Y me conmuevo, me duele, cuando recibo un mensaje de WhatsApp como el que me envió ayer un buen amigo profesional: “Tengo 8 meses sin trabajo y estoy con 0 ingresos. Necesito trabajo en lo que sea”.

El desempleo dejó de ser para mí un asunto un tanto abstracto, distante, interesante materia de cobertura periodística, y se transformó en una realidad cotidiana.

No podía ser de otra manera siendo que me encuentro a dos meses de cumplir un año de morar en el gráfico de quienes no tenemos un empleo remunerado. Me muevo a diario entre barras, líneas, pasteles, columnas e histogramas que hablan de las 452.000 personas (a febrero pasado) que buscamos un trabajo en Costa Rica pero no lo hallamos.

Sí, ahora formo parte del 18,5% de desempleo en nuestro país. En este momento no pienso en esa cifra en términos de redactar un título para la portada de El Financiero, sino que la siento como una piedra en el zapato que me molesta un día sí y otro también.

¿Y qué hecho con mi vida desde el pasado miércoles 1º de julio? Me he enfocado en vender mi libro de ficción En busca de Sancho (https://donlibrote.com/primer-capitulo/)y en generar contenido diario para mis dos sitios web: gente-divergente.com y www.donlibrote.com. En el primero de ellos publico material que de algún modo contribuya al desarrollo de Costa Rica y la calidad de vida de sus habitantes, en tanto que en el segundo doy rienda suelta a mi pasión por la lectura. Mi idea, y sueño, es que ambos lleguen a generar ingresos.

Además, me he mantenido abierto a posibilidades de trabajo, asesorías o consultorías que me desafíen a compartir mi experiencia de más de tres décadas (34 años al día de hoy) en comunicación. Me gusta el periodismo, la información, la comunicación que construye, aporta, suma.

Estoy convencido de que mi actual domicilio, Residencial Desempleo, no será permanente, pero para ello necesito no solo mantener la esperanza viva y con buena salud sino que los diputados actúen a la altura de los problemas, retos y oportunidades que enfrenta esta nación. Y que los próximos candidatos a la presidencia de la República actúen seria y responsablemente, pues no estamos para populismos, demagogias ni cinismos.

José David Guevara Muñoz
Editor de Gente-diverGente
Periodista independiente