Un juguete que nos ha hecho pensar
Los juguetes no son solo un recurso lúdico, sino “objetos para pensar”, elementos que nos ayuden a reflexionar a partir de su uso, manipulación o transformación de manera intencionada
Luis Alonso Arrieta Ávila
A propósito del reciente lanzamiento de la película “Barbie”, se ha desarrollado una interesante conversación en torno a la película, la expectativa que había a su alrededor y la manera en que visibiliza la construcción sobre lo que significa “ser mujer” o “ser hombre”.
Creada en 1959, Barbie nació como una respuesta a los juguetes para niñas que se enfocaban en bebés que tenían que cuidar, mientras que los niños tenían muchas posibilidades diferentes. Así, su diseñadora, Ruth Handler, creó Barbie para que las niñas tuvieran la oportunidad de “ser lo que quieras ser”.
Sin embargo, desde su concepción, Barbie ha inspirado el debate, ya que algunas personas consideran que refuerza mensajes estereotípicos de género, creando expectativas de cómo “debería ser” una mujer: el tipo de cuerpo que debería tener, la manera en que se debería ver o comportar, incluso la idea de qué consideramos “femenino”.
Lo interesante de esta película, es que es consciente de estas posibles contradicciones y las aborda desde una mirada feminista y con un enfoque crítico y de Derechos Humanos.
Estos elementos del “deber ser” están presentes en nuestra cultura de maneras que no siempre son tan perceptibles: los mensajes que vemos en medios físicos o digitales, las series, programas o películas que consumimos y la manera en que nos comunicamos: “los hombres no lloran”, “las mujeres usan rosado”, “las niñas deben ser buenas”, “a los hombres les gustan los deportes”.
Estas construcciones sociales se van interiorizando y creando la manera en que nos vemos a nosotros y nosotras mismas y la forma en que interactuamos con las demás personas, “creando ataduras, esquemas de conocimiento y acción que nos sitúan en condiciones desiguales” (Alfredo Manuel Ghiso, argentino, especialista en desarrollo social, 2000).

La película intenta desmantelar estas construcciones sociales, poniendo sobre la mesa justamente la conversación sobre la manera en que estos mensajes permean nuestro desarrollo, y visibilizando que, en un sistema patriarcal, tanto hombres como mujeres son sujetos de estos mensajes y por tanto, el debate no debe girar en torno a “quién tiene la razón”, sino en una deconstrucción estructural del sistema, donde se puedan vivenciar maneras diferentes de “ser hombre y ser mujer”.
La historia nos menciona como tanto Barbie como Ken están desarrollando un viaje para identificar quiénes son, no por las expectativas que se les han impuesto, sino desde quienes quieren ser realmente.
De esta manera, se nos muestra el papel tan importante que pueden tener los juguetes para reflejar las ideas y mensajes de la cultura (contexto) en el que estamos inmersos.
En este sentido, debemos considerar los juguetes no solo como un recurso lúdico sino como lo que el autor Seymour Papert llamaba “objetos para pensar”, es decir, elementos que nos ayuden a reflexionar a partir de su uso, manipulación o transformación de manera intencionada.
Desde esta perspectiva, todos los juguetes son herramientas que los niños y niñas pueden utilizar para explorar y comprender su realidad e ir reproduciendo los mandatos sociales e ideas que se promueven en su contexto.
Por ese motivo, permitir el uso de diversos juguetes, sin asignarles un sexo específico, permitiría a niños y niñas a desarrollar una visión más integral del mundo, y nos daría la oportunidad de abrir el diálogo a discusiones como las que está generando Barbie, de manera que podamos tener una comprensión más integral de las diversas realidades y desigualdades que se encuentran en nuestro contexto específico, y cómo podemos relacionarnos con otras personas más allá de un sexo determinado.
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Luis Alonso Arrieta Ávila es Gestor de Calidad en la Universidad Castro Carazo.