Unas cuantas palabras perdidas
Para limpiar nuestra mente y ver con claridad nuestros sentimientos, emociones y deseos debemos perdernos en nosotros mismos, y encontrarnos de nuevo
Jorge A. Rodríguez Soto
En algún momento dijo Eduardo Galeano algo como es que necesario perderse para poder encontrarse. En su momento estas palabras me parecieron llenas de sentido, y ahora, con el paso del tiempo, cada vez lo adquieren más.
Me he dado cuenta de que en la escritura me es fácil perderme en mis sentimientos para que mi alma encuentre el camino a las personas. De alguna forma creo que este perderse en uno mismo y sus sentimientos es esencial al buen vivir, pero no es fácil para todos. Con frecuencia veo como muchas personas quieren profundamente cosas a las que temen con fuerza.
Ese miedo es natural, ya que suele provenir de experiencias previas, pero no debemos permitir que el pasado nos robe del presente o futuro. Hay que tener valor para perdernos en nuestros sentimientos y exponernos, pues solo así nuestro corazón podría llegar a tocar a las personas que nos importan y alcanzar sus propósitos.
Esto, por supuesto, no da garantía de nada, pero sería tonto esperar conseguir algo valioso sin arriesgar también algo importante. Recuerdo que hace poco me compartieron una frase que decía algo como que “solo pedía que alguien le quisiese sin romper su corazón”; para mi vale más estar dispuesto a querer a pesar de que eso pueda romper el nuestro.
Al fin y al cabo, los resultados nunca han estado bajo nuestro control, solo podemos elegir a qué apostarle en cada momento. Y no elegir o hacer nada…también es una elección.
Pero si queremos tener una posibilidad de éxito es necesario que nos perdamos en nuestra causa con compromiso, devoción e intensidad. Nada terminará bien si surge entre inseguridades y medias fuerzas, hay que tener el valor para perdernos de lleno en lo que sentimos. Aun si el resultado final es incierto, podremos tener garantía de eliminar cualquier “qué habría pasado si hubiera”, que desde mi perspectiva es el peor enemigo de una vida plena.

Y estas palabras tampoco son un llamado al desenfreno, solo a la honestidad, transparencia y valor sentimental. Para poder llevar a cabo esto adecuadamente es importante distinguir entre sentimientos, emociones y deseos; y con ese discernimiento guiar nuestro corazón y acciones.
Las emociones son respuestas al momento, las definiciones varían, pero a grandes rasgos están asociadas al estado en el momento. Los deseos, son superficialidades, muchas veces influidos por la apariencia y el enamorarse de historias o potenciales que no existen ni pueden existir; surgen de carencias e inseguridades.
Ahora bien, los sentimientos, sin entrar en definiciones, son la parte más estable y sincera que surge del corazón, casi como la manifestación del alma más allá de la emocionalidad del momento y los deseos banales. Hay que tener cuidado, pues muchas veces se oponen entre sí, las emociones nos pueden llevar a fallar a nuestros sentimientos, y los deseos a traicionarlos.
Por ello es importante conocernos a nosotros mismos y comprender las diferencias entre estos tres aspectos de nuestra existencia. Por allí se decía que el alma es como agua, si está sucia solo se verá la superficie, si está limpia podremos ver el fondo. Para limpiar nuestra mente y ver con claridad nuestros sentimientos, emociones y deseos debemos perdernos en nosotros mismos, y encontrarnos de nuevo.
Si actuamos sin esta claridad nuestra vida estará plagada de arrepentimientos y errores. Muchas veces solo requerimos tiempo para que nuestra mente comprenda lo que el corazón siente, pero al ser impacientes tendemos a precipitarnos. Como dije, las emociones y deseos son rápidos, fáciles de entender y cercanos al momento, los sentimientos no, por ello el tiempo y manejo de nosotros mismos son esenciales.
No vale la pena sacrificar la parte más sagrada de nuestra alma por la más banal, debemos tener el valor para perdernos en lo que llama a nuestros corazones, sin dejar que nos disuadan emociones o deseos vacuos. Así tendremos garantía de ser fieles a lo que somos, aunque no todo termine como quisiéramos.
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Jorge A. Rodríguez Soto.
Escritor. economista e investigador científico independiente.
jorgeandresrodriguezsoto@gmail.com